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La calle Hombre de Piedra es una pintoresca vía situada en el barrio de San Lorenzo, en Sevilla, que conecta las calles Santa Clara y Jesús del Gran Poder. Su nombre peculiar proviene de una antigua leyenda que ha perdurado a lo largo de los siglos en Sevilla y que se refleja en una estatua empotrada en una de sus fachadas, que dicen que se trata de un hombre petrificado.
Originalmente, desde el siglo XIII hasta el XV, esta calle se conocía como calle del Buen Rostro. Sin embargo, durante el reinado de Juan II de Castilla (1406-1454), adoptó su denominación actual debido a un suceso que la tradición popular ha convertido en leyenda.
La leyenda cuenta que en esta calle existía una taberna donde, en una ocasión, un grupo de hombres bebía vino. Al escuchar el tintineo de una campanilla y rezos procedentes de una procesión que portaba el Santísimo Sacramento para dar la extremaunción a un enfermo, los presentes salieron y se arrodillaron en señal de respeto, tal como dictaba una ley de la época que imponía esta muestra de devoción bajo pena de sanción.
No obstante, uno de ellos, conocido como Mateo «el Rubio», se negó a arrodillarse y, con actitud desafiante, exclamó: «Ahora veréis un hombre de verdad y no me arrodillaré, sino que me quedaré de pie para siempre». Según la leyenda, en ese instante un rayo cayó sobre él, convirtiéndolo en piedra y hundiéndolo hasta las rodillas en el suelo. Desde entonces, la calle pasó a llamarse Hombre de Piedra, y la estatua que supuestamente representa a Mateo aún puede observarse en una de sus paredes.
Sin embargo, estudios históricos y arqueológicos sugieren una explicación más terrenal. Se cree que la estatua es en realidad un busto de origen romano, posiblemente utilizado como material de acarreo en construcciones posteriores o como señal de unos baños públicos de época musulmana ubicados en la zona. Esta teoría se basa en el desgaste visible de la escultura y en la práctica común de reutilizar elementos arquitectónicos de épocas anteriores.
