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Los EEUU de la segunda era Trump mantienen muy alerta a la Unión Europea, a España y, por supuesto, a Andalucía, tercera comunidad exportadora a Norte América junto a Madrid y Cataluña. Tanto es así, que las implicaciones geopolíticas y económicas de la nueva Administración americana en relación con la UE protagonizarán el debate del pleno de Parlamento Europeo que se celebra esta semana en Estrasburgo.
En Andalucía, el aspecto que más preocupa es el arancelario, ya que, en respuesta a un periodista de ABC en la Casa Blanca, el presidente número 47 de los Estados Unidos de América confundió a España con un país BRICS. Es decir, países emergentes como Brasil, Rusia, India, China o Sudáfrica, a cuyos productos aplicará un 100% de impuestos al entrar en territorio americano. Von der Leyen ya lo ha advertido: «El intercambio comercial entre EEUU y la UE supone un 30% del comercio mundial», por lo que espera poder defender los intereses europeos tan pronto como sea posible.
Trump, EEUU, exportaciones y la aceituna negra
Una pésima noticia para España y Andalucía en el terreno, por ejemplo, de la exportación de frutas y hortalizas, teniendo en cuenta que EEUU es el tercer país importador de productos como la aceituna negra sevillana. Ya en 2018, durante el primer mandato del republicano, las pérdidas se estimaron en 230 millones de euros. Esta medida no salió exactamente como se esperaba ya que, sin perder de vista que la venta de productos californianos aumentara, la competencia viró a países como Marruecos, Turquía o Grecia donde los costes de producción son, incluso, irrisorios.
La Organización Mundial del Comercio desmontó el principal argumento en el que se amparaban los aranceles de más de un 30% a estos víveres, puesto que demostró que este cultivo no se había beneficiado de ayudas de la Política Agraria Común (PAC). Sin embargo, la resolución no sirvió de nada. Aún así, el proteccionismo en el sector agrícola no será el único vector de tensión entre EEUU y la UE; la relocalización de la industria, en concreto, la automovilística, será otro de los pasos inmediatos en este terreno, donde la gran perjudicada será Alemania.
Presupuesto en defensa ante un nuevo orden mundial
La incertidumbre en materia de defensa es total. Hace años que, independientemente de la acción estadounidense, la UE reflexiona sobre la necesidad imperiosa de aumentar sensiblemente el gasto en defensa en todo el continente. La guerra de Ucrania es un asunto prioritario para Europa y su apoyo es incondicional. Eso sí, EEUU lleva advirtiendo años de que el presupuesto OTAN debe incrementarse y en el nuevo mandato de Trump no se excluye, incluso, que el gran gigante USA abandone la Alianza Transatlántica.
Las relaciones con Rusia, China u Oriente Medio están en juego y toca aumentar desembolso para preservar este paraíso de paz en el mundo, el cambio climático y el comercio. En una comparecencia esta semana en la Eurocámara, el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, advirtió de que «el actual objetivo de gasto en defensa del dos por ciento del PIB no es suficiente para mantenerse a salvo». España, actualmente, destina un 1,28% de su Producto Interior Bruto a defensa y, con unos presupuestos prorrogados desde 2023 parece muy difícil llegar a ese mínimo que, en cualquier caso, sería aún insuficiente con una batalla abierta a las puertas de Europa.
Negacionismo climático y competencia desleal
Joe Biden prometió revocar muchas acciones de Trump en 2020. Una de las primeras fue incluir de nuevo a EEUU en el Acuerdo de París por el que más de 190 países se comprometieron a limitar el incremento de la temperatura media de la Tierra a 2 grados respecto a niveles preindustriales, no superar el grado y medio a finales del siglo XXI y alcanzar la neutralidad climática para 2050, la joya de la corona del Pacto Verde Europeo de Von der Leyen. Sin embargo, salirse de tal acuerdo va a ser una de las primeras 100 acciones prometidas por Donald Trump: «vamos a perforar, nena, a perforar…». Se tratan de unas declaraciones de una estrella del rock mediático y político americano que acompañan a un desastre y retroceso en la lucha contra el cambio climático.
Ni siquiera el huracán Helena que devastó especialmente el Estado de Carolina del Norte, considerado un Estado bisagra, en el que arrasó Trump en noviembre, ha conseguido convencer de la importancia del reconocimiento del cambio climático y la urgencia que conlleva mitigar sus estragos en la sociedad. Europa se queda prácticamente sola en el Atlántico Norte con su quimera de ser un continente neutro en emisiones con su economía en contra al perder claramente competitividad ante productos en el comercio mundial que jamás se someterán a requisitos medioambientales en sus países de origen. Toca a la UE velar claramente por sus intereses y exigir exactamente lo mismo fuera y dentro de sus fronteras.
