El Graf Zeppelin surcando los cielos de Sevilla. Tablada

Dos semanas antes de que diera comienzo la Exposición Iberoamericana de 1929, se produjo un hecho muy curioso en esta ciudad. El 24 de abril de 1929, el dirigible alemán Graf Zeppelin surcó los cielos de Sevilla.

Según se recoge en la web Tablada, centenaria de la aviación en Sevilla, la travesía sirvió para promocionar la muestra hispanoamericana y a la empresa alemana dueña de las aeronaves. Se llamaba así en honor al conde Graf y al inventor Ferdinand von Zeppelin. El aparato, con matrícula D-LZ127, realizó un trazado a baja altura en Sevilla. Como se puede ver en imágenes de la época, el dirigible fue visto desde muchos puntos de la ciudad y causó sensación entre aquellos que, anonadados, se giraban hacia arriba para contemplarlo. De hecho, estas visitas generaban tanta expectación que los más avispados se subían en las azoteas para verlo más de cerca.

El vuelo de 1929 sería el primero de los muchos que hizo el Graf Zeppelin en Sevilla, ya durante los años treinta. La capital hispalense era una ruta de paso muy importante entre Europa y América, dentro de la llamada Batalla del Atlántico. La siguiente visita del aerostato tuvo lugar el 16 de abril de 1930, y también hizo escala en 1931 y 1932. Ese año incluso se inauguró una estación de anclaje con hangar invernal en la base de Tablada. Con Sevilla como punto de avituallamiento hacia Buenos Aires dadas sus buenas condiciones climáticas, el Graf Zeppelin regresaría cinco veces en 1933, tres en 1934 y dos en 1936, hasta completar las diecisiete visitas que realizó a Sevilla. Sin embargo, de los numerosos aterrizajes del dirigible en suelo sevillano, sólo lo hizo una vez en Tablada, la noche del 16 de mayo de 1933.

Tal y como se cuenta en la página Tablada, centenaria de la aviación en Sevilla, el Graf Zeppelin era una aeronave plateada y alargada, con forma de huso. Tenía una longitud de 236 metros, diámetro algo superior a los 30 metros, y contaba con estructura de duraluminio y revestimiento de algodón liviano. Con capacidad para transportar entre 64 y 74 personas a bordo, los 110.000 metros cúbicos de hidrógeno que alojaba le permitían accionar cinco motores Maybach Vl-II de 550 caballos de potencia. Estos se situaban en cinco góndolas independientes: dos a cada lado del casco conectados a dos hélices bipalas, y uno central en la parte trasera que movía una hélice cuatripala. El dirigible, que podía ser propulsado tanto por gasolina como por propano impuro, contaba con una autonomía de 118 horas y almacenaba 11.411 kilos de carga. En cuanto a su velocidad, era bastante rápido para la época, pues alcanzaba los 69,11 nudos, aproximadamente 128 kilómetros por hora.

La última visita del Graf Zeppelin a Sevilla fue en la madrugada del 10 de julio de 1936. Los disturbios políticos que tuvieron lugar durante la Segunda República y, sobre todo, el estallido de la Guerra Civil, truncaron la continuidad de estos viajes. Además, al año siguiente, se produjo la tragedia del Hindenburg, cuando este dirigible explotó cerca de Nueva York a sesenta metros del cielo, debido a un fallo en la carga de hidrógeno. Murieron treinta y seis personas. La catástrofe puso de manifiesto la peligrosidad de este tipo de aeronaves, no sólo en Sevilla, sino en todo el mundo, y la aventura del zepelín llegó a su fin.

José Ángel Ríos (Sevilla, 1992) es graduado en Sociología, aunque escribe desde que tiene uso de razón, o incluso antes. Autor de la novela El Pez Globo, compagina la literatura con los hilos sobre...