Los mantecados y polvorones, dos exquisitas delicias de la repostería española, tienen su origen en Sevilla, específicamente en Estepa, donde se comenzó a utilizar la manteca de cerdo en la pastelería en el siglo XVI. En lo que respecta a su conexión con la Navidad, se debe principalmente a la abundancia de manteca que había en los meses de noviembre y diciembre, cuando tenían lugar las matanzas. Además, en la región existía una gran cantidad de encinas que proporcionaban el entorno perfecto para criar cerdos.
En ese tiempo, se elaboraban tortas de manteca en las casas del pueblo y en el Convento de Santa Clara. Las monjas comenzaron a reemplazar el aceite por la manteca de cerdo, lo que llevó a la creación de dulces a base de cereal y manteca, muy similares a los mantecados modernos.
El secado, el toque perfecto
El siglo XIX marcó un hito importante en la historia de los mantecados gracias a Filomena Micaela Ruiz Téllez, apodada ‘La Colchona’. Esta mujer proporcionó una gran cantidad de mantecados a su esposo, un cosario que viajaba desde Estepa hasta Córdoba llevando productos y mercancías. Lo que hizo único a los mantecados de Micaela fue su técnica de secado, que mejoró la durabilidad y la calidad del producto, permitiendo que resistieran el transporte y el almacenamiento. El éxito fue inmediato, y los hornos locales desarrollaron la habilidad de hornear mantecados que estaban tiernos por dentro y ligeramente crujientes por fuera.
¿Mantecado o polvorón?
Aunque a menudo usamos los términos «mantecado» y «polvorón» indistintamente, existen diferencias. Ambos son pequeñas tortas hechas tradicionalmente con harina de trigo, manteca de cerdo y azúcar. Sin embargo, los mantecados se consumen durante todo el año en algunas regiones de España, mientras que los polvorones son típicos de las festividades navideñas.
Los polvorones suelen estar envueltos en papel de seda blanco con el sello de la empresa que los fabrica y se diferencian por sus ingredientes. Los mantecados suelen ser redondos y pueden contener almendras o chocolate, mientras que los polvorones son ovalados y a menudo están cubiertos con azúcar glas. Ambos son auténticas delicias que encantan a quienes los prueban.