Me repito la frase del título una y otra vez, como un mantra, como un consuelo, como un aliento, como una verdad que necesito creerme a fuerza de ser repetida, interiorizada, asumida. Pero soy tan desconfiada que sin quererlo me salen interrogaciones: ¿Algo está cambiando?.

Han hecho falta meses, ríos de tinta, mares de palabras digitales y muchos silencios incómodos para que al final Javier Criado dimitiera de su cargo de Hermano Mayor de Pasión.

La salida ha sido la esperada, con un comunicado redactado a la medida del mayor honor y gloria del personaje, acompañado de una carta del propio psiquiatra en la que demuestra no conocer la humildad, no quererla ni esperarla. Celebro no ser abogada ni tener el prestigio que me haría falta en la profesión para defender a este hombre; una manifestación pública como esa no ayuda a ejercer una buena defensa, a no ser que se considere que la mejor de estas es un ataque.

En cualquier caso, aún queda mucha historia. La demanda de las víctimas no tardará; la demora está siendo la lógica dada la magnitud y complejidad del caso, pero ya no se hará esperar mucho.

No son pocos los que afirman que el depósito de la sorpresa aún no está agotado y que cuando se haga pública la identidad de las personas que han tenido el valor de denunciar, esta ciudad se estremecerá de asombro. Yo sigo con mi mantra que a veces se torna pregunta; sí, algo debe estar cambiando…

Me lo afirma un amigo, hace unos años si nos hubieran contado que esto iba a pasar, no nos lo habríamos creído. Y la cuestión no son solo los graves delitos de los que se acusan al psiquiatra, es lo que esto ha destapado a nivel profesional. Javier Criado ha demostrado que en esta ciudad da igual matarte estudiando y trabajando, que lo importante es tener amigos, contactos, vivir de cara a la galería… Porque por más que este señor arremeta diciendo que se ha emprendido una campaña de desprestigio; es que no puede clarificar las mentiras que, ahora sabemos, poblaban su curriculum.

Hasta la última célula de mi cuerpo quiere creer que algo está cambiando. Pero entonces, otra pregunta ¿estamos aprendiendo?

Espero que sí, que esto sirva para algo, que pese a todo lo amarillo que muchos quieran ver en este caso, por una vez Sevilla sea algo que no suele ser, consecuente, y que procuremos en un futuro intentar enfocar las cosas como si fuéramos una sociedad del siglo XXI.

 

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...