En pleno corazón de Dos Hermanas se abre paso un lugar que no es solo un parque urbano más. Se trata del Parque de la Alquería del Pilar, un espacio verde con aires románticos que combina naturaleza, historia literaria y modernidad, y que guarda tras sus senderos una sorprendente colección de símbolos y relatos del pasado.

Su origen se remonta a 1872, cuando la poetisa Antonia Díaz y su esposo, el escritor José Lamarque de Novoa, decidieron levantar aquí su residencia. Pero no fue una casa cualquiera: diseñaron un jardín simbólico, lleno de estatuas, grutas, fuentes e incluso un invernadero, donde cada elemento evocaba una idea literaria, un mito o un sentimiento romántico. En aquel tiempo, la finca fue escenario de tertulias literarias y encuentros culturales que convirtieron a Dos Hermanas en un pequeño foco intelectual.

Quien cruza las puertas del Parque de la Alquería del Pilar entiende por qué muchos lo han llegado a catalogar como un auténtico «paraíso en la tierra». Sus senderos entre especies exóticas, el lago con aire oriental y la atmósfera romántica que lo envuelve convierten a este rincón nazareno en un espacio único donde naturaleza, historia y poesía conviven en perfecta armonía.

Hoy, el parque conserva ese espíritu evocador en rincones que sorprenden al visitante. Entre palmeras, arces y especies exóticas, se esconde un lago con un pabellón de estilo oriental, donde patos y aves acuáticas encuentran su hogar. El contraste entre vegetación mediterránea y toques foráneos refuerza la atmósfera casi fantástica que rodea al lugar.

Uno de los espacios más singulares del parque es el Auditorio Municipal “Los del Río”, construido sobre una antigua cantera. Allí, la piedra que un día sirvió de cantera se ha transformado en escenario para conciertos y espectáculos, un giro curioso en la historia de este rincón nazareno.

Además de su carga simbólica e histórica, el Parque de la Alquería es hoy un lugar pensado para el disfrute de todos los públicos: zonas de juegos infantiles integrativos, circuitos de calistenia, pistas deportivas, parque canino y merenderos lo convierten en un espacio vivo, donde conviven pasado y presente.

En 2016, la Sociedad Mediterránea para el Paisajismo destacó su valor patrimonial y literario, reconociéndolo como un jardín urbano histórico. Y no es para menos: pocas ciudades pueden presumir de un pulmón verde donde la poesía del XIX se mezcla con la vida cotidiana del siglo XXI.