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Más de ocho siglos de presencia islámica en buena parte de la Península Ibérica y Baleares dejaron un legado inmenso que sigue muy vivo en la geografía cultural de España. En el caso de la provincia de Sevilla, este pasado andalusí no solo se percibe en fortalezas y murallas: también está en la gastronomía, la agricultura, los paisajes, los pueblos y su forma de entender el territorio. Durante más de cinco siglos, el actual espacio sevillano formó parte de Al-Ándalus y llegó incluso a albergar su capital bajo dominio almohade entre los siglos XII y XIII.
Hoy, ese patrimonio puede recorrerse a través de una auténtica experiencia andalusí, un viaje que permite descubrir castillos, mezquitas, murallas centenarias, sistemas hidráulicos pioneros y artes ancestrales que siguen vivos. Estos son algunos de los lugares más representativos de ese pasado que aún late en la provincia.
Carmona: la monumental puerta de Sevilla en Al-Ándalus

El viaje comienza en Carmona, uno de los municipios con mayor riqueza histórica de Andalucía. Su Alcázar de la Puerta de Sevilla, una fortaleza imponente reforzada a partir del siglo VIII, fue clave para la defensa del valle del Guadalquivir. Los andalusíes elevaron la altura de la torre del homenaje y levantaron nuevos arcos y estructuras defensivas sobre cimientos romanos. Carmona fue durante siglos la llave de acceso al bajo Guadalquivir, y hoy sigue siendo una puerta abierta al pasado.
Estepa: castillo, alcazaba y murallas de los siglos X al XII

En lo alto del cerro de San Cristóbal se alza el castillo de Estepa, declarado Bien de Interés Cultural. Sus murallas iniciales datan del siglo X y fueron reformadas tras la llegada de los almohades en el XII. Además de su alcazaba, la antigua mezquita y los restos de la medina, el conjunto fue un enclave estratégico entre Al-Ándalus y los reinos cristianos tras su conquista en 1240.
Marchena: murallas, puertas y una alcazaba que dominaba la medina

Marchena formó parte de la cora de Sevilla, una división administrativa del Califato de Córdoba. Aún conserva tramos de la muralla que rodeaba la medina y puertas que muestran claramente su trazado andalusí. En lo más alto del municipio se encuentra la Alcazaba, centro administrativo de la época, acompañada de un recinto secundario posterior conocido como El Portillo. Aquí, el pasado andalusí convive de forma directa con la ciudad actual.
Fuentes de Andalucía: la huella rural del periodo andalusí

El castillo de La Monclova, levantado sobre la antigua ciudad romana de Obúlcula, muestra la evolución del territorio desde alquería andalusí hasta fortaleza medieval. Su arquitectura conserva elementos de distintas etapas y constituye uno de los ejemplos más singulares de herencia rural de Al-Ándalus en la provincia.
Utrera: un gran recinto fortificado sobre la antigua alquería

Utrera fue también una alquería dentro de la cora sevillana. Su castillo, situado en un cerro natural, conserva un extenso recinto amurallado y cuatro puertas históricas, entre ellas el característico Arco de la Villa. La mezquita original se ubicaba donde hoy se eleva la iglesia de Santa María de la Mesa. Tras la conquista definitiva en 1340, Utrera se convirtió en zona fronteriza, un lugar de mezcla de culturas, religiones y comercio.
Écija: murallas andalusíes y una casa de los siglos XI-XII

La antigua Istiya conserva restos de su muralla medieval y varias torres albarranas, una de las tipologías defensivas más reconocibles de Al-Ándalus. En el yacimiento de la Plaza de Armas, que abarca más de 3.000 años de historia, se han hallado los restos de una casa andalusí de los siglos XI y XII, uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la ciudad. Sus excavaciones siguen activas.
Lebrija: arte mudéjar sobre una antigua mezquita

El legado andalusí se manifiesta de forma especial en Lebrija, donde la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva se levanta sobre una antigua mezquita. Su torre, inspirada en la Giralda, combina ladrillo visto y decoración geométrica islámica, reflejando a la perfección el estilo mudéjar, fusión de elementos cristianos e islámicos característica de la Baja Edad Media.
Alcalá de Guadaíra: molinos, agua y el poder del río

La importancia de la agricultura y la hidráulica en Al-Ándalus queda clara en Alcalá de Guadaíra, conocida entonces como Qalat Wadi-ira, “el castillo del río Guadaíra”. Los andalusíes desarrollaron un complejo sistema de molinos harineros que aprovecharon la fuerza del agua para moler cereal y abastecer a Sevilla. Este sistema hidráulico fue fundamental para el desarrollo económico de la zona.
Morón de la Frontera: el olivar como herencia de Al-Ándalus

En Morón de la Frontera, la tradición agrícola sigue marcada por el olivo, un símbolo de riqueza para el mundo andalusí. La variedad autóctona aceituna morona, de bajo amargor y apta para elaboraciones naturales, es un ejemplo vivo del legado agrícola heredado. El municipio se mantiene hoy entre los grandes productores de aceite y aceituna de la provincia.
Osuna: el arte del cordobán y guadamecí, un tesoro vivo

El viaje concluye en Osuna, donde aún se conserva un taller especializado en las técnicas de cordobán y guadamecí, artes ancestrales del trabajo del cuero que alcanzaron su mayor esplendor en Al-Ándalus. El repujado, el policromado y los motivos andalusíes y mudéjares siguen presentes en piezas que continúan elaborándose hoy tal y como se hacían hace siglos.
La provincia de Sevilla conserva uno de los patrimonios andalusíes más diversos y auténticos de España: castillos, murallas, sistemas hidráulicos, urbanismo, artesanía, agricultura, arquitectura y paisajes que permiten revivir una de las etapas más influyentes de nuestra historia. Un viaje que no solo recorre los restos del pasado, sino que conecta con las raíces culturales que aún hoy definen buena parte de Andalucía.
