Entre las calles de Utrera se levanta un edificio que, a simple vista, puede parecer la sede institucional de cualquier ciudad. Sin embargo, tras los muros del actual Ayuntamiento se esconde una de las joyas más singulares del patrimonio civil sevillano: la antigua Casa Palacio de los Condes de Vistahermosa, también conocida como Palacio Enrique de la Cuadra.

Construido en el siglo XVII y reformado en los siglos posteriores, este palacio barroco sorprende por la sobriedad de su fachada, que nada anticipa del espectáculo que aguarda en su interior. La portada, flanqueada por columnas y coronada por un frontón partido, abre paso a una escalera de mármol de Carrara que conduce a un mundo de fantasía decorativa.

Y es que dentro encontramos un auténtico catálogo de estilos que van del salón Pompeyano, inspirado en los hallazgos de Pompeya, al salón Árabe, con yeserías y motivos geométricos que evocan la Alhambra, pasando por un refinado salón Azul o un exótico salón Japonés, fruto del gusto decimonónico por lo oriental. Todo ello fruto del empeño de Enrique de la Cuadra, marqués de San Marcial, que a finales del siglo XIX convirtió el palacio familiar en un espacio de lujo y coleccionismo.

El edificio contaba además con un jardín romántico, lugar de tertulias y celebraciones, que completaba el aire aristocrático de la casa. Aunque aquel espacio verde ha desaparecido, todavía resuenan las historias de bailes, reuniones literarias y encuentros políticos que allí se vivieron.

Hoy, este conjunto no es un museo cerrado, sino un espacio vivo: la sede del Ayuntamiento de Utrera. Lo curioso es que, pese a albergar la administración local, el palacio abre sus puertas a vecinos y visitantes mediante visitas guiadas, que permiten descubrir de cerca los secretos de sus salones históricos. Una oportunidad de viajar en el tiempo sin salir del centro de Utrera, en un edificio que recuerda cómo las casas-palacio no solo fueron hogares de la nobleza, sino también escenarios donde se mezclaban arte, poder y vida social.