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Hay edificios que nacieron con una función práctica y acabaron convirtiéndose en auténticos símbolos. Ese es el caso de la Torre del Agua de Los Palacios y Villafranca, una construcción de hormigón que durante décadas abasteció de agua al municipio y que hoy ofrece una de las vistas más sorprendentes de la marisma sevillana.
Con sus 30 metros de altura, la torre se alza en la calle Juan José Baquero como un centinela urbano que, tras su rehabilitación, se transformó en un espacio cultural y turístico: el Mirador Atalaya de la Marisma. Subir planta a planta es como recorrer una cápsula del tiempo: cada nivel está dedicado a un aspecto distinto, desde la historia del municipio y la tradición agrícola hasta la riqueza natural de la marisma o la importancia del arroz en la economía local. Incluso hay recursos de realidad virtual que permiten “viajar” por el paisaje sin moverse del edificio.
El premio final está en lo más alto: una terraza-mirador desde la que se domina un horizonte abierto de arrozales, canales y caminos que conectan con el Parque Nacional de Doñana. Al atardecer, cuando el sol tiñe el agua de tonos dorados y naranjas, la experiencia se convierte en un espectáculo natural inesperado en pleno casco urbano.
Hoy la Torre del Agua no solo es un atractivo para visitantes curiosos, sino también un lugar de encuentro para los propios vecinos, orgullosos de haber recuperado un símbolo local que había quedado en desuso. Una mezcla de memoria, cultura y naturaleza que demuestra cómo un depósito industrial puede renacer como ventana privilegiada al paisaje y a la historia de un pueblo.
