Tras todas estas décadas del PSOE en Andalucía, aparato de partido y de gobierno han terminado por confundirse de manera muy evidente.

Para quienes hemos participado en una política más humilde y sincera, ofende ver cómo el PSOE ha tratado de vender como una revolución la bien planificada sucesión de Díaz a Griñán. Con este proceso, lo único que ha quedado en evidencia ha sido el nudo de intereses que ha construido el partido en todo este tiempo y que, como resultado, ha tenido unas fingidas primarias con una sola candidata, la propuesta por el Presidente.

Una vez en el poder, Susana Díaz asumió un discurso agresivo y dramático, como si hubiera estado toda la vida preparándoselo; toda esa vida que se ha dedicado a la política de representación y no a otra cosa, precisamente. Según se nos quiso hacer creer desde un primer momento, con ella llegarían los cambios que Andalucía necesitaba, como si nadie se acordara de que, hasta hace dos días, ella era Consejera de Presidencia.

Una posición que en estos momentos yo no sabría definir pero, por el nombre, puedo imaginar que tiene unas atribuciones parecidas a las de un Delfín en la Francia del siglo XVIII. Tampoco comprendo en qué lugar deja al Presidente anterior esa urgencia que le ha dado a la nueva ejecutiva del PSOE por acelerar cambios.

Griñán, mientras, se va al cementerio de elefantes. O, mejor dicho, al seguro y protegido cementerio de los elefantes que no han entrado todavía de consejeros en una compañía energética. Se va como aforado; es decir, como un cobarde que no es capaz de llevar la decisión de retirarse hasta sus últimas consecuencias. De esta manera, me niego a aplaudir su decisión; salir victorioso de una comparación con Mariano Rajoy no tiene ningún mérito.

Por su parte, el partido más votado ni está ni se le espera. No sólo han dejado claro que no tienen proyecto para Andalucía sino que, además, han demostrado no tener discurso. La mejor prueba es ver a Zoido llamando cobarde a Griñán, después de haber estado pidiendo su dimisión desde el primer día que Arenas huyó a Madrid.

El PP andaluz es tan incapaz que no puede ni darse un lavado de cara a sí mismo y está esperando a que se lo den desde Madrid para, cuando allí les elijan candidato, poder pedir de verdad elecciones. Mientras tanto, esperan con una ilusión tremenda las noticias que le trae la juez Alaya quien, con el simple cumplimiento de su deber, es la única que actualmente puede conseguir que el PP mejore sus posiciones en Andalucía.

Y para terminar, tenemos una IU dócil y a la que le basta con estar consolidada en sus áreas de poder; aceptando, sin una mala mueca, los cambios que han imaginado e impuesto sus socios de gobierno. Ni siquiera ahora, que tienen nuevo coordinador, se han atrevido a tener un segundo discurso más escéptico y crítico que pusiera en entredicho el manoseo de poder que se ha pegado el PSOE durante el verano.

En definitiva, de manera muy previsible, los tres partidos del Parlamento andaluz han dado los pasos necesarios para que todo siga igual.

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De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...