Horrible mentá a casas viejas/llena de grito y dolor…
Así empezaba el romance que mi padre recitaba del tirón. Yo se lo había oído referir de chica. Él contaba que había hecho la mili en La línea de la Concepción, frente al Peñón de Gibraltar que, por aquel entonces mantenía 'la verja' cerrada y no se podía entrar. Mi padre, que había llegado a sargento, se había echado otra novia que era del peñón, pero se había quedado en este lado por aquel entonces y le llevaba sardinas. El la acompañaba al cine por las tardes y por las noches escribía cartas para la novia del pueblo, mi madre, quien le contestaba todos los meses en varias hojas. También le mandaba paquetes de chorizo que compartía con todo el regimiento
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