¿Será culpa de los vientos o de la caló? ¿Quién no está loco hoy? Hay que estar muy cuerdo para soportar el peso de una crisis que no da trabajo a los jóvenes, dejándolos abandonados a merced del juego, las drogas y otros menesteres… no, si la culpa va a ser del «calentamiento global», porque andan haciendo estudios por ahí sobre el aumento de temperaturas y la salud mental que se ve afectada a partir de los 30 grados. Pues anda que por quí, cuando pasamos de los cuarenta, se nos achicharran los cascos, por lo que deberíamos estar ya todos majaretas…¡no será para tanto! Es verdad que a causa del calor, se descansa mal y casi no se duerme por lo que al otro día estamos irritables –mírame y no me toques-. La subida de las temperaturas impiden que podamos realizar actividades al aire libre, y nos volvemos más sedentarios resintiéndose nuestra salud. Ya sabíamos que el bienestar individual influye en el Bienestar del Planeta y que ya no hay estaciones definidas como las que estudiábamos en la escuela porque, en un día pueden sucederse todas… Dice la canción que «hoy los locos andan sueltos» y no se refiere a que ya no existan los Manicomios, como El Hospital de los Inocentes o Casa de los Locos, más tarde de Miraflores, en Sevilla o el sanatorio de Alcalá-conocido como Psiquiatría 365, allá por los sesenta, en los que se encerraban o recluían a los enfermos mentales, para mirar por su salud y, sobre todo por la de sus familiares. Antes, a los locos se les «amarraba a la pata de la cama» ¿Quiénes podían ingresar en El Hospital de Los Inocentes? En primer lugar los pobres de solemnidad recogidos de la calle, los enfermos de pago, ingresados por sus desesperados familiares y los institucionales, declarados «dementes» oficiales por la Inquisición o Santo Oficio o los soldados que enloquecían después de la batalla. Los manicomios o sanatorios se anunciaban en revistas y periódicos de Alcalá y Sevilla como lugares para curarse de las enfermedades nerviosas y mentales tanto para hombres como mujeres:» Especializados en «morfinóminos», «eterómanos», etc. Personal competente y tratamientos modernos, emplazado en el lugar más idílico de Alcalá de Guadaíra (bellos jardines y olivares). Se trataba del conocido como Psiquiatría 365. Pero, llegó un día en que las autoridades decidieron abrir las puertas de los manicomios , porque ya estaba bien de tirar los dineros, ¡total los locos no se iban a curar…! Entonces decidieron soltarlos. Y «los locos» -hoy enfermos mentales- volvieron a casa, con sus familiares. Pero no por ello se dejó de etiquetarlos, porque «un loco», en casa o en la calle, no estaba bien visto. El estigma de la esquizofrenia sigue vigente. ¿Hay que tirar las vacas por el barranco como nos propone la obra teatral para cambiarlo? Ahora sin embargo, está muy de moda hablar de «la salud mental», y abundan los psiquiatras y psicólogos, ya sean de pago o por la seguridad social que ponen música clásica en una acogedora sala con cortinas verdes haciendo juego con las plantas. Sin embargo, siguen «atiborrando» a los pacientes de medicamentos -todos nuevos, muy caros- que los ponen «fuera de sí». Son hoy los jóvenes quienes más sufren las consecuencias del cambio climático, así como la ineficacia de los programas de gobierno para poner soluciones a los problemas de «Salud Mental». Es preciso prevenir, ofreciendo alternativas de trabajo y de ocio para que los jóvenes participen activamente en la vida de su ciudad y dispongan de una «Casa de la Juventud», donde puedan reunirse y crear proyectos de vida. Hay que lograr rebajar los precios del alquiler y ofertar más viviendas y más puestos de trabajo para poder independizarse, sin riesgos y eliminar el empleo precario. Anterior a todo esto hay que trabajar desde la infancia y la juventud, desde los colegios e institutos, en una educación -sexual, en valores- y formación y poder prevenir el suicidio, la anorexia y la bulimia y poner freno a la «ludopatía» mediante la regulación de la publicidad, evitando las salas de juego cerca de los colegios e institutos y creando impuestos a estos locales. Hay que estar muy cuerdo -o bastante loco- para soportar todo esto. Porque, «no estamos locos, que sabemos lo que queremos».
Estupendo artículo, Lucre!
No conocía le existencia del «365» en Alcalá. Dónde estaba ubicado?