merecedes-serrato-19-12-16

Declararse feminista hoy en día parece más peligroso que en décadas pasadas; en parte, por la radicalización de un mundo en que cualquiera sabe que es lo correcto, a la vez que nadie se atreve a ir contra lo políticamente correcto, situando esto último en donde mejor convenga.

Es políticamente incorrecto declararse machista, y por esto mismo también parece que no hay que admitir que el machismo existe, que está en la sociedad y las personas; que no somos culpables de que así sea, pero sí que tenemos una porción de responsabilidad.

Es políticamente incorrecto estar a favor de los asesinatos de mujeres, pero sí es correcto hacer algo tan masculino como cogérsela con papel de fumar para hablar de denuncias falsas con datos disparatados o hablar de maltrato a hombres. Nadie duda que el maltrato a hombres lo ejerzan las mujeres, no interesa pensar en hombres que se agreden y matan entre ellos a causa del machismo que les ha enseñado a comportarse así.

Sería interesante que esas hordas de comentaristas que cuestionan el feminismo a diario, se pararan a reflexionar un poco sobre esa idea; el sistema penitenciario se lo agradecería profundamente, para empezar.

Cuando eres públicamente feminista, además de muchos insultos por internet, recibes muchas consultas, con colmillo retorcido la más de las veces. Te ves expuesta a combatir, defender y argumentar sobre cualquier forma de feminismo conocida y por conocer. Eres responsable de cualquier acto que se relacione mínimamente con esto. Si una mujer arroja a un bebé a un contenedor, te preguntan. Si Pablo Iglesias habla de liderazgo femenino, te preguntan. Si se lleva un niño al Congreso, se producen unas declaraciones desafortunadas de la cancillera alemana o si una amiga tuya critica a las gorditas que usan biquini tanga, te preguntan. Eres responsable de todas esas cosas, y merecido lo tienes, por feminista, porque se supondrá, digo yo, que estamos a sueldo de la Organización Internacional de Feminazis… 

Desde aquí lo digo, en caso de que tal cosa existiera, este trabajo no estaría pagado, ser agente de la OIF es demasiado arduo. 

Muchas veces, la gente no te pregunta con maldad, pero sí con mucho extrañamiento, y llegas a sentir una responsabilidad desbordante, como si te hubieran convertido en algo así como el «Oráculo Feminista». Ante eso, la presión es aún mayor. Tienes que matizar mil veces que es tu opinión, que hay muchas visiones dentro del feminismo, que no hay discursos tipo ni pensamientos homogéneos en esto, y que pese a todo, convivimos porque la autocrítica es nuestra mayor virtud. Lo deseable siempre es seguir una lógica igualitaria, asumiendo que la situación de partida, no lo es, pero lleva mucho tiempo de análisis y reflexión poder mirar el mundo de esa manera.

En todos los casos, en los de preguntitas a traición y en los de inocente desconocimiento, inevitablemente, acabas recomendando un libro, una teoría, leer a fulano o setana… Ahí es donde se separa el agua del aceite. Ahí es donde puede llegar la aceptación, más o menos implicada, y la pataleta de «Lo sé todo, no voy a leer tu basura propagandística».

Esta semana me pasaron un post muy divertido de cómo debemos actuar las feministas en las festividades navideñas. No es para menos, siendo realistas. En las reuniones familiares las feministas se las ven con su némesis natural, militantes de cuñadismo, que para colmo de males, van bien cebados e hidratados.

Hablo en tercera persona porque por suerte, mi familia anda reducida de personal, y por no tener, ni cuñados tenemos.

La andanada es clásica, decir que debería llamarse «igualismo», criticar el hembrismo, que debe ser un popular movimiento equiparable al racismo contra la gente blanca, y poner ejemplos del tipo: «Ser ama de casa es un chollo, que yo hago de comer y no es tan complicado» porque es sabido que eso es lo único que hacen las amas de casa.

En este fin de semana han sido asesinadas tres mujeres en España, que sepamos. Estaban en un contexto más o menos común de relación sentimental, cuestión que no debería eclipsar que ser mujer es nocivo para la supervivencia humana en cualquier lugar del mundo.

Y la paradoja es que, este fin de semana, han sido asesinadas tres mujeres, y nadie me ha preguntado nada. Nadie tiene curiosidad por saber nada sobre lo que pienso al respecto, si creo que la denuncia es el mejor instrumento en estos momentos, nadie quiere debatir sobre los recursos que se están destinando, y que no se están destinando, para combatir esto.

Con asesinadas sobre la mesa, no hay oráculo feminista que valga, no es necesario porque todo, en su fatal extremo, se vuelve claro cristalino.

Mañana, pasado o al otro, algún personaje público, de esos que usted y yo sólo vemos al otro lado de la pantalla, hará algo, dirá algo; y yo, con todo el peso del feminismo universal a la espalda, recibiré tweets, whatsapps, al respecto. Tendré que explicar, justificar e incluso defender cosas que lo mismo ni van conmigo, pero nada me librará de eso, como nada me librará de los comentarios ofensivos sobre este artículo.

Y otras amigas mías harán lo mismo, porque también son feministas, e incluso, sorpréndanse, algunos amigos se verán en la misma tesitura. Y la Tierra seguirá girando, llena de machismo, feminismo e incluso, de esa cosa tan nociva que ahora está de moda ridiculizar, heteropatriarcado.

Y es que en este país desastroso y cainita, siempre será más admirado gritar que pensar, discutir que reflexionar. Probablemente, por eso a tanta gente le ofende que les recomiendes lecturas; va contra nuestra naturaleza, y por eso mismo, así nos va.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...