¿Sufres distensión abdominal, gases y una incómoda sensación de saciedad después de comer? ¿Notas un mal aliento persistente aunque te cepilles los dientes a diario? Tal vez no sea solo una mala digestión.
Puede que tengas SIBO, un trastorno digestivo conocido desde hace tiempo, pero que ha ganado popularidad en la última década gracias a su creciente difusión en redes sociales donde influencers, deportistas y celebridades han comenzado a compartir sus diagnósticos.
Lo cierto es que el SIBO es mucho más frecuente de lo que parece. Si haces una búsqueda rápida en Internet, encontrarás miles de testimonios de personas que cuentan su experiencia, comparten consejos o recomiendan dietas y suplementos para aliviar los síntomas. Sin embargo, ahí está el problema; entre tanta información, resulta fácil caer en la autodiagnosis o en tratamientos caseros que no siempre son adecuados.
Los expertos insisten en que, antes de hacer cambios drásticos en la dieta o empezar a tomar antibióticos por cuenta propia, lo más importante es acudir a un profesional especializado. Solo un médico o un nutricionista con experiencia puede evaluar correctamente tu caso, descartar otras enfermedades digestivas y diseñar un tratamiento del SIBO realmente efectivo y personalizado.
¿Qué es el SIBO y qué lo provoca?
El SIBO (Small Intestine Bacterial Overgrowth por sus siglas en inglés) es un sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado. En condiciones normales, este tramo del aparato digestivo alberga una cantidad relativamente baja de bacterias. La mayor parte de la microbiota está en el intestino grueso.
Cuando estas bacterias colonizan en exceso el intestino delgado se produce una disbiosis o desequilibrio que va acompañada de síntomas como hinchazón, cólicos, gases, diarrea y dolor difuso en la zona del abdomen.
Las razones por las que esto ocurre son diversas. En algunos casos, el SIBO aparece después de una cirugía abdominal, como un bypass gástrico. En otros, está asociado a enfermedades gastrointestinales crónicas como el síndrome de intestino irritable (SII), la enfermedad celíaca o la enfermedad de Crohn. También puede darse en personas con diabetes, diverticulosis o alteraciones en la motilidad intestinal, ya que cuando los alimentos permanecen demasiado tiempo en el tubo digestivo, fermentan y crean un caldo de cultivo óptimo para las bacterias.
¿Cómo se diagnostica?
Hace años la única forma de diagnosticar un sobrecrecimiento de bacterias en el intestino era realizar aspirados yeyunales lo que implicaba someter al paciente a una prueba invasiva como la endoscopia. Pero hoy en día es posible diagnosticar el SIBO con una sencilla prueba de alientoque mide la cantidad de hidrógeno y metano después de beber una mezcla de agua y glucosa. Si esos gases aumentan de forma anormal, es una señal clara de que las bacterias están fermentando los alimentos antes de tiempo en el intestino delgado.
En algunos casos, además, el especialista puede solicitar pruebas de imagen como una ecografía o un TAC para valorar el estado del aparato digestivo y descartar otras causas que puedan estar detrás de los síntomas.
¿Cómo se trata el SIBO?
Si no se trata a tiempo, el SIBO puede volverse crónico y afectar el revestimiento intestinal, dificultar la absorción de nutrientes y, en casos más avanzados, provocar pérdida de peso o malnutrición.
El tratamiento del SIBO tiene como objetivo erradicar el sobrecrecimiento bacteriano y aliviar los síntomas de la enfermedad. Normalmente consiste en una combinación de antibióticos, dieta especializada y probióticos.
Antibióticos
Un estudio publicado en el Journal of Clinical Gastroenterologycomprobó la eficacia de antibióticos como la neomicina y el metronidazol para el SIBO. Sin embargo, esto no significa que cualquiera deba tomarlos por su cuenta. De hecho, es justo lo contrario.
El tipo de gas que producen las bacterias (hidrógeno, metano o una combinación de ambos) y otros factores clínicos influyen en qué tratamiento funciona mejor. No todos los SIBOs responden igual frente a los mismos fármacos, así que automedicarse no sirve de nada. De hecho, puede empeorar los síntomas o incluso favorecer resistencias bacterianas.
Dado que el SIBO tiende a recurrir, el seguimiento profesional no solo ayuda a resolver el brote inicial, sino también a prevenir recaídas.
Dieta especializada
El tratamiento para el SIBO a menudo incluye una dieta baja en FOADMAPs (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos, fibras, edulcorantes y polioles fermentables). Esto significa restringir el consumo de alimentos como trigo, cebolla, ajo, legumbres, algunas frutas, lácteos altos en lactosa, etc.
Ahora bien, ojo con convertir esta estrategia en una dieta perpetua o hacerla por tu cuenta porque “lo viste en TikTok”. Si se mantiene demasiado tiempo o se aplica de manera estricta, puede empobrecer la microbiota y terminar siendo contraproducente. Por eso siempre es recomendable contar con un nutricionista especializado que adapte el plan a cada caso y sepa cuándo reintroducir alimentos de forma segura y progresiva.
Probióticos
También se habla mucho de los probióticos como apoyo en el SIBO. Pero debes tener en cuenta que no todas las cepas funcionan igual y, de hecho, algunas pueden aumentar la producción de gases y empeorar la situación. Por eso, igual que con el resto del tratamiento, conviene que un profesional valore si son adecuados para ti y cuáles.
Recomendación de especialista profesional
Si estás lidiando con sintomatología compatible con SIBO (hinchazón, gases, mal aliento persistente, etc.) y buscas un enfoque serio, profesional y adaptado a tu caso, quiero recomendarte la consulta de Gades Salud y, en particular, la experta nutricionista Ana Lorenzo.
Ana cuenta con años de experiencia, primero como enfermera y luego como nutricionista especializada en SIBO, lo cual le permite ver esta condición desde distintos ángulos.
Además, Gades Salud te ofrecen un acompañamiento completo: análisis personalizado del tipo de SIBO que puedas tener, diseño de dieta adaptada, seguimiento y orientación para evitar recaídas.
Y lo más importante: reconocen que cada persona es única y que el tratamiento debe adaptarse. Si te interesa saber más, te aconsejo visitar su web y reservar una consulta para valorar tu caso concreto. Merece la pena contar con un profesional que entienda el SIBO en profundidad, porque, como hemos visto, tratarlo a medias o con aproximaciones genéricas puede llevar a recaídas o a que los síntomas persistan mucho más de lo necesario.
