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La madrugada del próximo domingo, 25 de octubre, entrará en vigor el horario de invierno, a las 3:00 serán las 2:00 horas. 

Con el cambio de hora se pone fin al horario de verano y se recupera la de invierno. Sólo hay que estar atentos y a las tres de la madrugada retrasa una hora las ajugas del reloj. Aunque no todo es positivo, el cambio horario afecta, según los expertos, al reloj biológico y puede provocar transtornos en el sueño especialmente en niños y ancianos. No obstante es algo temporal que se suele superar en 2 o 3 días. 

El cambio de hora se produce dos veces al año donde más de 70 países industrializados de todo el mundo –a excepción de Japón– cambian el horario dos veces al año para “reducir el consumo energético global”, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).

Esta medida se adoptó por primera vez durante la primera guerra mundial para ahorrar carbón y se reintrodujo en la década de los 70, al producirse la primera crisis del petróleo en cuya respuesta algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar la luz del sol. Así, el reloj se adelanta el último domingo de marzo para alargar el día y, al contrario, se retrasa el último domingo de octubre para ganar luz por la mañana.

El cambio horario ha sido motivo de estudio para los científicos durante décadas debido a los numerosos estudios existentes. Algunos dicen que cambiar la hora ayuda al ahorro energético. Otros valoran su influencia en los infartos de miocardio y los accidentes laborales y viales, pero los resultados son poco concluyentes. Los investigadores del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia, que presta gran atención a estos temas, lo reconocen: “Se sabe poco sobre la influencia del cambio horario en los ciclos vigilia-sueño”.