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Con la llegada del calor, pocas imágenes se repiten tanto como la de una cerveza bien fría servida en un vaso helado, rodeada de amigos y con una sombrilla de fondo. Para muchos, es el símbolo universal del verano. Pero ¿realmente refresca la cerveza o es solo una sensación engañosa? La ciencia tiene una respuesta clara: refresca en apariencia, pero no en realidad fisiológica.
No se puede negar que tomar una cerveza bien fría genera una sensación inmediata de frescor en boca y garganta. Ese efecto se debe principalmente a la baja temperatura de la bebida, que activa los receptores térmicos de nuestra lengua y genera una respuesta placentera en el cerebro. Además, el gas carbónico y el amargor característico del lúpulo acentúan esa percepción momentánea de frescura.
A esto se suma el factor psicológico y cultural: la cerveza está estrechamente asociada al ocio, la desconexión y los momentos al aire libre. En nuestra mente, “refrescarse” con una cerveza es una idea que va más allá de lo físico.
Aquí es donde empieza el mito. Aunque la bebida esté fría, su contenido alcohólico altera los mecanismos de termorregulación del cuerpo. El alcohol produce una vasodilatación periférica —es decir, ensancha los vasos sanguíneos de la piel— lo que genera una falsa sensación de enfriamiento, cuando en realidad el cuerpo está perdiendo calor de forma ineficaz y, a la larga, puede aumentar su temperatura interna.
Además, la cerveza es diurética: promueve la eliminación de líquidos a través de la orina. En condiciones de calor, cuando el cuerpo necesita hidratarse más y conservar agua para regular su temperatura mediante el sudor, este efecto puede empeorar la deshidratación.
Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cruz roja recomiendan no consumir alcohol en situaciones de calor intenso o exposición prolongada al sol, ya que no hidrata, no enfría y puede aumentar el riesgo de golpe de calor.
Aunque algunas campañas publicitarias hayan insistido durante décadas en el mensaje de “cerveza=refresco”, la realidad es que no es una bebida adecuada para combatir el calor. En cambio, el agua, las infusiones frías sin alcohol o las bebidas isotónicas sin azúcar son opciones mucho más eficaces para rehidratar y enfriar el cuerpo.
