La junta general ordinaria de accionistas del Sevilla FC celebrada en 2025 se presentaba como una cita clave para aclarar el futuro institucional de la entidad, especialmente en lo relativo a la posible venta del club, pero terminó dejando más dudas que certezas.
Durante más de cuatro horas de sesión, el consejo de administración eludió profundizar en un proceso que preocupa al sevillismo y que fue reiteradamente planteado desde el auditorio, sin que se produjera una explicación clara y detallada.
La asamblea transcurrió en un clima de tensión contenida, con enfrentamientos verbales, reproches personales y una sensación compartida entre muchos accionistas de que el diálogo real entre la base social y la cúpula del club sigue siendo inexistente.
Al cierre de la junta, la impresión dominante fue la de un sevillismo inquieto, consciente de que el escenario institucional sigue abierto y de que el debate sobre la venta continúa siendo el gran asunto pendiente.
La posible venta, el gran tema esquivado
La posible venta del Sevilla FC fue el asunto más repetido en las intervenciones de los accionistas, aunque no encontró el mismo eco en el discurso del consejo, que pasó de puntillas sobre un proceso que reconoció abierto.
José María del Nido Carrasco solo se refirió directamente a esta cuestión en una ocasión, respondiendo a Eduardo Arenas, representante de Accionistas Unidos, con una frase que se convirtió en el eje de toda la junta: «No existe ningún documento de venta del club».
Esa afirmación fue reiterada más adelante, sin ofrecer más detalles, pese a los ruegos y preguntas que insistían en conocer si existían ofertas, quién podría estar detrás de ellas o si algún representante estaba negociando acciones de terceros.
Más allá de esa escueta respuesta, el presidente afeó a Joaquín González, actual responsable de la plataforma de accionistas minoritarios, su advertencia sobre las consecuencias de una venta a capital extranjero, zanjando el asunto con un comentario personal: «Eso está muy feo, Joaquín».
Una junta larga, tensa y con viejas heridas abiertas
La junta comenzó prácticamente con puntualidad y con una representación del 87,25 % del capital social, un dato que reflejó la importancia de la cita y el alto grado de implicación del accionariado en el momento actual del Sevilla.
Del Nido Carrasco abrió la sesión recordando que los acuerdos y pactos entre accionistas, incluido el pacto de gobernabilidad de noviembre de 2019, continúan vigentes, una afirmación que provocó la inmediata reacción de su padre, José María del Nido Benavente.
El expresidente adoptó un perfil más bajo que en anteriores asambleas, aunque no renunció a advertir de posibles acciones legales, acusando al consejo de incurrir de nuevo en «un delito de desobediencia judicial y delito societario».
En el turno de ruegos y preguntas, Del Nido Benavente volvió a centrar su intervención en la venta, asegurando no disponer de información alguna y formulando una pregunta directa que quedó sin respuesta: «¿Está vendiendo mi parte?».
Votaciones previsibles y cuentas controvertidas
Como ya ocurriera en juntas anteriores, las votaciones siguieron un desarrollo favorable al consejo, tras la anulación de unas 21.000 acciones correspondientes a Del Nido Benavente, un hecho que volvió a marcar el equilibrio de fuerzas.
Los complementos introducidos por Sevillistas Unidos 2020 fueron aprobados sin dificultad, con un 85 % de votos favorables, un 8 % en contra y un 7 % de abstenciones, confirmando la solidez del bloque mayoritario.
También salieron adelante las cuentas del ejercicio, a pesar de reflejar unas pérdidas de 50 millones de euros, un dato que generó críticas y cuestionamientos por parte de varios accionistas durante la junta.
Más allá del resultado de las votaciones, el ambiente dejó la sensación de que el descontento no se mide solo en porcentajes, sino en la creciente distancia entre el consejo y una parte significativa del sevillismo.
El malestar del sevillismo y los mensajes al futuro
Uno de los aspectos más destacados de la junta fue el tono de las intervenciones de los accionistas, muchos de los cuales aprovecharon la ocasión para expresar su frustración y lanzar mensajes directos a un hipotético comprador del Sevilla.
Los sueldos del comité ejecutivo, cifrados en 1,35 millones de euros, el préstamo de Goldman Sachs, la presencia de Sosteoil SL en el consejo y la gestión económica fueron los asuntos más cuestionados.
Las críticas alcanzaron uno de sus momentos más duros con la intervención de Juan de Dios Hidalgo, que calificó al presidente como parte de «la terna de presidentes nefastos del Sevilla», junto a anteriores dirigentes históricos.
Otros accionistas optaron por un mensaje dirigido al futuro, reclamando respeto y diálogo con el sevillismo de base. «Que nos tenga respeto», advirtió Eduardo Arenas, mientras Antonio Vázquez añadió: «Dialogue con el sevillismo de base o nos tendrá enfrente», recibiendo el aplauso del auditorio.
Una junta sin respuestas y un futuro abierto
La junta concluyó sin resolver las preguntas clave sobre la venta del club, dejando al sevillismo sin novedades sobre el asunto que más inquietud genera en la actualidad.
Las cuestiones formuladas por Del Nido Benavente durante ruegos y preguntas resumieron el sentir de muchos accionistas: si se está vendiendo el club, si existe alguna oferta concreta y quién podría estar negociando en nombre de terceros.
Sin respuestas claras por parte del consejo, el sevillismo salió de la asamblea con la sensación de que el silencio institucional sigue siendo la norma en un momento decisivo para el futuro del Sevilla.
El tiempo, como se repitió en varias intervenciones, será el que termine dictando sentencia sobre un proceso que sigue abierto y que mantiene al club y a su masa social con «las carnes abiertas».
