El Sevilla se prepara para un nuevo examen liguero envuelto en un clima que mezcla incomodidad, reconstrucción y un profundo proceso interno. Matías Almeyda, fiel a su estilo lírico, volvió a hablar desde la honestidad cruda que le caracteriza. El técnico argentino insistió en que el equipo se encuentra «en pleno trabajo, con ganas, mirando hacia dentro» y defendió la necesidad de seguir adelante sin excusas.

En la víspera del encuentro ante el Oviedo, Almeyda reconoció los obstáculos, empezando por las lesiones que siguen golpeando a un grupo que no termina de encontrar la estabilidad necesaria. Sin embargo, el entrenador trató de convertir cada adversidad en un aprendizaje, subrayando que «somos un grupo» y que todo forma parte del proceso inevitable que atraviesa la plantilla.

El técnico también dejó reflexiones profundas sobre lo que considera fundamental: la mentalidad. Como repite constantemente, el rendimiento del equipo depende de cómo esté ese intangible que tanto pesa: «Cuando lo mental está alto, las cosas salen mejor; cuando está bajo, se refleja en todo». Así, el encuentro de este domingo se presenta como otra oportunidad para medir la fortaleza psicológica del conjunto sevillista.

A pesar de los problemas, Almeyda mantiene la convicción de que el camino es el correcto. En su discurso se mezcla la vocación pedagógica, una mirada poética del fútbol y la firme creencia de que la búsqueda constante llevará a los triunfos. Sabe que el presente es duro, pero insiste en que «los grandes siempre pasan por dificultades» antes de alcanzar momentos de gloria.

Las lesiones y la fortaleza de un grupo en proceso

El argentino abrió su comparecencia hablando de lo inevitable: las lesiones. Sin dramatizar, pero sin ocultar la realidad, señaló que cada jugador tiene «problemas físicos que tenían antes y los que siguen teniendo», y que esta etapa tan delicada obliga a «ir modificando por ese tipo de consecuencias». El entrenador resaltó que esta fragilidad forma parte del proceso natural de cualquier equipo.

La baja de César Azpilicueta fue uno de los momentos más sensibles de la conferencia. Almeyda describió la escena con una crudeza emotiva: «Ayer sufrió una lesión y acabó en un llanto bastante importante. Pensé que no lo vería más, pero sigue siendo un ejemplo». El técnico volvió a apelar al grupo, a la unidad necesaria para superar la incomodidad del momento.

Sobre Alfon, más optimista, explicó que la fiebre dejó al jugador «un poco más débil», pero espera recuperarlo pronto. La situación de otros futbolistas llevó a Almeyda a subrayar que este Sevilla está obligado a convivir con el dolor y la incertidumbre, pero sin renunciar a la búsqueda permanente de soluciones.

Incluso al referirse a las ausencias por la Copa de África, Almeyda evitó cualquier excusa: «Estas marchas interrumpen, pero cuando llegué ya estaba así». Su discurso vuelve, una y otra vez, a la idea de la mentalidad como motor del cambio, recordando que potenciar a los jugadores es parte esencial del proceso.

El análisis del Valencia y la necesidad de más mentalidad

Almeyda valoró el encuentro ante el Valencia desde la autocrítica constructiva. Reconoció que uno de los problemas era «el desorden que había tenido el equipo», pero destacó avances significativos: «Logramos ordenarnos con otro sistema… vi cosas que mejoraron». Entre esas mejoras mencionó la movilidad y el orden defensivo, siempre enmarcadas dentro de ese largo proceso de reconstrucción.

El entrenador incidió en que el encuentro estuvo prácticamente ganado, un golpe duro para un equipo que vive su propia incomodidad emocional. Expresó que hay momentos en los que el Sevilla está bien y otros en los que «tenemos que seguir mejorando», remarcando la necesidad de constancia. La mentalidad, subrayó, es la clave que puede inclinar la balanza.

También recordó que cada partido es distinto, cargado de matices y exigencias propias. «Cada partido es diferente y el del domingo también lo será», afirmó, apelando a la serenidad y a la profundidad en la búsqueda del rendimiento óptimo. La visión de Almeyda es la de un entrenador que entiende el fútbol como un viaje emocional y táctico, nunca como un destino fijo.

De nuevo, volvió al peso anímico del vestuario, destacando que lo mental condiciona todo: «Cuando lo mental está alto, seguramente rindas más». Esta reflexión, casi filosófica, marca el tono de un técnico que parece más interesado en construir convicciones que en lamentarse por las adversidades.

El clima externo y la incomodidad mediática

Sobre la propuesta de Antiviolencia y otros temas extradeportivos, Almeyda se mostró contundente: «No tengo opinión. Lo que hable no significa nada». Prefirió no entrar en debates y repetir que no quiere «meter un título donde no debe ponerlo». Una postura que encaja con la prudencia que dice estar adoptando para evitar polémicas.

Respecto a las palabras de Javier Tebas, respondió con ironía suave: «No le escuché… qué lástima que no se acordó de cuando dije que esta liga deben disfrutarla». Su comentario dejó entrever cierta incomodidad, aunque sin salir del tono reflexivo que domina su discurso. Almeyda recordó que el fútbol tiene un léxico propio que, a veces, se malinterpreta.

El técnico lamentó que se saquen frases de contexto, asegurando que esa dinámica le obliga a «cerrar la boca». Comparó la situación del Sevilla con su etapa en River, donde sintió que el equipo era empujado hacia el abismo: «Todo lo que hace está mal». Pero advirtió que no pretende confirmar la comparación, solo expresar una sensación.

Este desgaste mediático forma parte de su proceso personal. Almeyda reconoce que debe medirse, pero también recuerda que para él «es la vida». Un entrenador emocional, que vive desde dentro, y que aun en la crítica encuentra una forma de reafirmar su mentalidad y su compromiso con el grupo.

El Sevilla en la búsqueda de sí mismo

A lo largo de su comparecencia, Almeyda dejó clara su visión del momento actual: un punto de transición, un período donde la incomodidad convive con la esperanza. Sabe que el equipo no está cómodo, pero asegura que hay «realidades» que explican el presente sin justificarlo. Por eso insiste en que no habrá excusas, solo trabajo.

El duelo ante el Oviedo no es simplemente otro partido más: es un capítulo más en esta larga búsqueda de identidad, convicción y equilibrio. Almeyda cree en su plantilla, incluso en los más jóvenes, como Oso, de quien destacó su crecimiento y sus «ganas de triunfar». Reconoce que el camino es exigente, pero también reconoce que los grandes se forjan en momentos así.

En un fútbol donde las presiones externas pesan cada vez más, el técnico argentino responde con autenticidad. Construye un discurso donde el grupo, la mentalidad, el proceso, la búsqueda y la capacidad de convivir con la incomodidad se convierten en pilares fundamentales.

Este Sevilla todavía no es el que quiere Almeyda, pero va en camino. Y en ese camino, cada partido es una oportunidad, cada adversidad una enseñanza y cada domingo un eslabón más en la cadena emocional que define al equipo.