El Sevilla sufrió una dura, pero justa, derrota por 2-1 ante la Real Sociedad en Anoeta, pese a mostrar carácter y lucha durante todo el partido. Los goles de Oyarzábal, incluido un penalti, pusieron a la Real en ventaja, mientras que Gudelj recortó distancias para los sevillistas. El equipo de Nervión buscó la remontada con ímpetu, pero la solidez defensiva y el ajuste táctico de los locales impidieron el empate. La derrota deja al Sevilla con la necesidad de corregir errores puntuales y mejorar su definición en momentos clave.
Primer tiempo: polémica, reacción y golpe definitivo
Desde el pitido inicial, el partido se desarrolló con intensidad. La Real Sociedad tomó la iniciativa, apretó la salida sevillista y buscó oportunidades. Fue en el minuto 19 cuando se produjo una acción clave: en un centro al corazón del área, el balón rebotó y tocó el brazo de Fábio Cardoso. El árbitro Adrián Cordero señalizó penalti, tras revisión en el VAR mantuvo su decisión, y Oyarzábal transformó con clase engañando al portero Vlachodimos.
Con el 1‑0 en el marcador, el Sevilla no se arrugó. Buscó recomponerse, lanzar contragolpes, y a los 30 minutos halló el empate. En una jugada de estrategia tras saque de esquina, Gudelj disparó desde fuera del área, el balón rebotó en un defensor local y se coló ante la sorpresa de Remiro. Era el 1‑1. Pero la Real no titubeó. Siete minutos más tarde (minuto 36), un saque de banda mal defendido cayó en pies de Brais Méndez, quien asistió a Oyarzábal, que recortó dentro del área y definió cruzado para poner el 2‑1 antes del descanso. Con ese golpe, la determinación local volvió a imponerse. En ese primer acto se vivieron fases de dominio alterno, tensión constante y momentos críticos que terminaron siendo decisivos.
Segunda mitad: ímpetu sevillista pero sin premio
Tras el descanso, el Sevilla salió con renovado ímpetu. Intentó imponer su idea de juego, ganar metros, buscar la posesión y desequilibrar por las bandas. Los locales, por su parte, se atrincheraron, esperaron y resistieron ante el empuje visitante.
El Sevilla generó ocasiones: centros al área, disparos desde media distancia, combinaciones interiores… pero sin claridad decisiva. Remiro respondió con buena intervención, la defensa donostiarra despejó con eficacia y el tiempo comenzó a pesar.
En los instantes finales, el Sevilla buscó el empate con todo. Los cambios entraron con carácter ofensivo, la presión subió, hubo más entradas al área rival… pero faltó precisión. La Real, en su ajuste defensivo, cerró líneas, jugó con inteligencia y controló el balón cuando fue necesario.
El pitido final certificó el 2‑1. La derrota del Sevilla dolió, porque con trabajo, actitud y momentos de buen fútbol no fue suficiente para torcer el guion.
La derrota 2‑1 ante la Real Sociedad en Anoeta significa para el Sevilla dos lecciones urgentes: corregir errores puntuales, ser más certero en los momentos de definición y mejorar el control emocional cuando el partido aprieta. El conjunto donostiarra, por su parte, mostró oficio, eficacia y carácter. En esta Liga, cada partido es una batalla y este duelo quedó marcado por detalles que, a la postre, decidieron el vencedor.
