atlético sevilla

El Sevilla sacó un punto valiosísimo del inexpugnable Vicente Calderón, tras una gran segunda parte en la que igualó el tanto inicial de Villa. Rakitic, de penalti, hizo el tanto del empate.

El equipo resistió el asedio final colchonero, incluso jugando con 10 tras la expulsión de Alberto Moreno. Jugar en el Vicente Calderón esta campaña es sinónimo de derrota, excepción hecha del FC Barcelona y, desde hoy, del Sevilla FC. El equipo de Unai Emery tal vez necesitaba un partido de altos vuelos para doctorarse y esta noche aprovechó su oportunidad, sacando un trabajado punto ante un Atlético de Madrid que jugaba para ponerse líder tras el pinchazo del Barça.

La fortaleza que ha adquirido el Sevilla como equipo había quedado demostrada en los últimos meses, pero esta noche ha pasado una verdadera prueba de fuego. Los de Nervión, que salieron muy atrás y comenzaron perdiendo, aguantaron el chaparrón hasta el descanso y tras un oportuno y valiente cambio de fichas de Emery el equipo en la reanudación se creció, metió al Atlético en su campo y logró el empate a 17 minutos del final, trasformando Rakitic un penalti cometido por Juanfran sobre Carlos Bacca. De ahí al término del choque el Atlético se volcó, pero la consistencia del Sevilla estuvo muy por encima del empuje colchonero.

Al Sevilla se le exigía esta noche competir más allá de lo razonable. Sólo así se puede sacar algo ante un rival que siempre juega sobrepasando los límites. Y eso es lo que hizo el equipo nervionense, competir. Puede salir bien o mal, pero es el único camino. Esta noche el conjunto de Emery fue de menos a más. Jugando con el clásico doble pivote defensivo y Rakitic en la mediapunta, en el inicio se aculó en exceso en su área, aunque con mucha seriedad aguantó bien el primer arreón del Atlético.

Sin embargo, cuando la tormenta había pasado, una jugada a balón parado acabó con un despeje tibio de Beto que Villa no desperdició. Ese primer golpe no tumbó a los andaluces, que resistieron bien, conscientes que un gol no es una diferencia insalvable. Lo verdaderamente importante era no dar pie a cinco minutos tontos que aniquilaran cualquier atisbo de reacción. El equipo aguantó el tipo, se rehízo e incluso tuvo ocasiones para empatar, con un cabezazo de Iborra, un disparo de Coke y sobre todo un remate de Fazio tras un saque de esquina que estuvo muy cerca de ser el 1-1. Lo mejor del partido llegó sin duda tras el descanso. Emery entendió que al equipo, aunque terminó enfilando la portería colchonera, le costaba plantarse en área contraria.

Había que dar un pasito más y al técnico vasco no le tembló el pulso, sacando a Gameiro por Nico Pareja. Carriço retrasó su posición y Rakitic se quedó en el mediocentro. El cambio se notó. El Sevilla se fue haciendo con la pelota, aguantó el titánico cuerpo a cuerpo que plantean los de Simeone cuando defienden y los metieron en su campo. Emery olfateó la sangre y sacó a Marko Marin por Vitolo. Con el alemán, hubo aún más control. El cerco estaba puesto y daba la sensación que sólo era cuestión de tiempo, llegando la jugada decisiva a menos de 20 para el final. Rakitic puso un balón largo al área, donde Bacca fue claramente agarrado por Juanfran. Hernández Hernández pitó penalti sin dudarlo y Rakitic no pestañeó para lograr la igualada desde los 11 metros.

Con el empate el Atético, que necesitaba ganar para ser líder en solitario, se lanzó a por el segundo. Al Sevilla le quedaban 17 minutos, más otros cuatro de descuento, de verdadero sacrificio colectivo. Simoene movió el banquillo. Fueron minutos emocionantes, con la adrenalina desbordada. Pero el Sevilla supo tener cabeza y no caer en las trampas de los atacantes locales, que al final, incapaces, acabaron frustrados por la solidez nervionense.

Alberto Moreno se fue a la calle en el 90. El descuento fue larguísimo, aunque podía haber durado el doble, que el punto estaba bien amarrado. El Sevilla, todo garra, hizo del empate una causa de vida o muerte. Y fue vida. Está es la historia de un puntazo de oro que consolida al equipo en el excelente camino que ha tomado desde el mes de noviembre. Paso a paso, sí, pero con derecho, refrendado en el campo más difícil del campeonato, a soñar con todo.

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