El Betis de Manuel Pellegrini afronta una nueva prueba en LALIGA con la serenidad del trabajo bien hecho y la ambición intacta. En la previa del duelo ante el Rayo Vallecano, el técnico volvió a poner el acento en el rendimiento como principio irrenunciable y en la competencia como motor del crecimiento.

«No nos conformamos», insistió Pellegrini, consciente de que el camino europeo exige elevar el nivel semana tras semana. El Betis, dijo, no vive de una sola batalla, sino de sostener el pulso en todas las competencias que disputa.

Las ausencias obligan a mirar al fondo del armario y ahí aparecen las alternativas. El entrenador defendió la rotación y la confianza en un plantel preparado para responder en distintos escenarios y exigencias de rendimiento.

Vallecas, finalmente, aparece como un escenario que reclama respeto. Un campo particular, un rival intenso y una prueba más para un Betis que busca sostener su identidad bajo la batuta de Pellegrini.

La exigencia como hábito competitivo

Pellegrini no habló de urgencias, habló de convicción. «La necesidad de subir el nivel es permanente», señaló, una frase que resume su manera de entender la competencia diaria. En el Betis, el listón no se baja porque el contexto lo exija, sino porque el rendimiento lo demanda.

El técnico recordó que el equipo no depende solo de sí mismo en la carrera liguera, pero sí de su constancia. «Los cuatro de arriba vienen con muchísimos puntos», advirtió, sin que eso altere el plan de trabajo ni la identidad del Betis.

Ahí aparece el gran mérito que Pellegrini subraya: «No dejar ninguna competición de lado». LaLiga, Copa y Europa League forman parte de un mismo discurso de rendimiento, sostenido por una competencia interna que alimenta la rotación.

«Tenemos una rotación de plantel en una serie de fundamentos», explicó, reivindicando que el Betis está «bien encaminado», en zona europea y con un rendimiento acorde a los objetivos.

Riquelme y la confianza que se construye

El buen momento de Riquelme no se explica como un caso aislado. Pellegrini fue claro: «No solamente él», dijo, ampliando el foco hacia una competencia sana que exige a todos responder cuando llega la oportunidad.

La ausencia de Abde abre espacio a nuevas alternativas, y ahí el técnico valora el trabajo invisible. «En los entrenamientos está más adecuado para comenzar los partidos», afirmó sobre Riquelme, vinculando minutos y rendimiento.

Pellegrini no idealiza el proceso: «Tiene momentos mejores y peores», reconoció, pero subrayó el impacto emocional del gol. «Les va a venir bien estos goles para coger confianza».

En el Betis, la competencia no castiga, estimula. Cada respuesta positiva refuerza la idea de que las alternativas están preparadas para sostener el nivel.

Ángel Ortiz y el valor de tener opciones

Sobre Ángel Ortiz, Pellegrini volvió a un concepto clave: responder cuando toca. «Normalmente cuando juega responde bastante bien», dijo, elogiando un rendimiento fiable.

El técnico enumeró nombres y contextos: Bellerín, Aitor y las distintas alternativas que permiten ajustar piezas sin perder equilibrio.

«Mientras haya alternativas no hay ningún problema», sentenció Pellegrini. El verdadero riesgo aparece «cuando faltan».

Vallecas, respeto y desafío

El Rayo Vallecano fue descrito con precisión y respeto. «Está jugando Europa», recordó Pellegrini, destacando un rival que «desarrolla un fútbol bastante ofensivo» y que exige el máximo rendimiento.

Vallecas no es un campo más. «De por sí es complicado, difícil de superar», señaló, aludiendo a sus dimensiones y al empuje local, factores que elevan la competencia del partido.

El mensaje fue directo y sin adornos: «Tenemos que hacer un buen partido». En esa frase se condensa la mentalidad del Betis y de Pellegrini, basada en el trabajo, las alternativas y el rendimiento colectivo.

Mañana, en Vallecas, el Betis pondrá a prueba su discurso. No desde la épica, sino desde la constancia que define a un equipo acostumbrado a competir.