El Real Betis Balompié salió al césped dispuesto a demostrar su categoría y no tardó en reflejarlo en el marcador. Riquelme adelantó al equipo verdiblanco en el minuto 10, inaugurando una noche que prometía con la primera señal de intensidad. Con esa ventaja temprana, el Betis controló los tiempos y no dio respiro al rival.
Antes del descanso, el dominio se tradujo en el segundo tanto del Betis, otra vez obra de Riquelme en el minuto 43, que consolidó un claro liderazgo ofensivo y refrendó el absoluto control sobre el juego. La sensación era de superioridad total y de una victoria que comenzaba a tomar forma sólida en la primera mitad.
En la segunda parte, el Betis no aflojó. La intensidad siguió presente y en el minuto 74 Riquelme firmó su hat-trick, dejando el choque encarrilado con un 0-3 que reflejaba la diferencia de ritmo, actitud y pegada entre ambos conjuntos. El Torrent apenas opuso resistencia y vio cómo se desmoronaban sus opciones.
Ya en los últimos instantes, el conjunto valenciano logró un destello de orgullo con el gol de Armando en el minuto 85, recortando distancias. Pero la respuesta bética no se hizo esperar: en el minuto 90, Ángel Ortiz puso el 1-4 definitivo, cerrando con broche la noche de goles, de intensidad y de convincente victoria.
Intensidad desde el primer minuto
El Betis salió con mentalidad agresiva, desplegando una presión alta que no permitió al Torrent CF asentarse. Esa intensidad inicial derivó en robos de balón en zonas peligrosas y en ataques con soltura, lo que permitió generar ocasiones claras. Cuando Riquelme marcó al minuto 10, quedó claro que el Betis quería dominar de principio a fin.
Con el paso de los minutos, el Torrent intentó reaccionar, pero se encontró con un Betis bien colocado, rápido en la recuperación y dominante en la presión. Esa superioridad física y táctica hizo que el rival no tuviera alternativas, y mantuvo la intensidad verdiblanca en cada disputa, en cada balón dividido, en cada avance hacia su área.
El desgaste fue evidente: el Torrent sufrió para mantener la concentración, mientras el Betis caminaba con serenidad, sabiendo manejar los tiempos. Esa constancia en el esfuerzo rivalizó con la calma de los visitantes, que supieron combinar solidez defensiva con verticalidad ofensiva.
Así, la intensidad no fue solo un arranque — se mantuvo durante todo el partido, incluso tras el descanso — marcando el ritmo del encuentro y sentando las bases de una victoria construida con energía, compromiso y voluntad ofensiva constante.
Control táctico y dominio del juego
El Betis demostró desde la primera fase que deseaba llevar el partido a su terreno: dominio de la posesión, circulación limpia, recuperación rápida y ocupación inteligente de los espacios. Ese control en el centro del campo y en la salida del balón le permitió manejar el tempo del choque a su antojo, limitando al Torrent a remates aislados.
Con esa superioridad, el equipo verdiblanco desactivó las vías de ataque del rival antes de que llegaran a generar peligro. Las líneas se mantenían compactas, la presión era efectiva y los cambios de ritmo sorprendían. Ese dominio táctico dio lugar a ocasiones claras y, finalmente, a más goles.
Cuando el Torrent intentó recomponerse en la segunda mitad, el Betis respondió con tranquilidad: posesión segura, avances pausados cuando era necesario y ataques rápidos cuando se abrían los huecos. Esa dualidad entre paciencia y explosividad evidenció un dominio claro del juego.
El resultado no fue casualidad: el control del Betis fue tan evidente como eficaz. El rival apenas pudo atacar con continuidad, la circulación bética desbordó líneas y cada avance visitante generó sensación de peligro. Ese mando colectivo terminó transformándose en una victoria justa y merecida.
La eficiencia ofensiva de los de Pellegrini
La noche fue de auténtica fiesta ofensiva para el Betis. Riquelme brilló con luz propia, anotando en los minutos 10, 43 y 74 — un hat-trick que desniveló el choque y mostró su capacidad para aparecer en los momentos clave. Su definición, oportunismo y constancia ofensiva fueron una pesadilla para la defensa rival.
Ese ritmo de aciertos ofensivos provocó que el Torrent se viera cada vez más desbordado, sin ideas para frenar al adversario. Cada gol del Betis se sintió como un mazazo, y la diferencia se agrandó con claridad, dejando pocas opciones para la reacción local.
El gol de Armando en el minuto 85 dio un respiro al Torrent, que celebró con fuerza y trató de recuperar al menos algo de dignidad en el marcador. Pero la respuesta de los visitantes fue providencial: en el minuto 90, Ángel Ortiz marcó el cuarto, certificando la victoria con una segunda jugada de contragolpe que evidenció su contundencia ofensiva.
Al final, los goles no solo reflejaron superioridad técnica, sino también mental. El Betis fue eficaz, certero, supo aprovechar cada ocasión y supo matar el partido con oficio. El 1-4 no admite discusión: triunfo claro, merecido y sin matices.
Moral alta y ambición intacta
Con esta victoria, el Betis reafirma su condición de favorito, exhibe su solvencia ofensiva y demuestra que sabe imponerse con claridad ante equipos de inferior categoría. La combinación de intensidad, control y eficacia ofensiva proyecta una imagen de equipo completo, capaz de dominar sin necesidad de forzar en exceso.
Para el Torrent la noche dejó decepción: afrontó el reto con ilusión, quiso competir, pero se topó con un rival superior en todas las facetas. El esfuerzo fue digno, el gol de Armando dio un atisbo de esperanza, pero la diferencia entre los dos equipos fue demasiado amplia.
El Betis sale reforzado, con la moral alta, con la confianza intacta y con la sensación de que puede competir con ambición en la competición. Esa victoria no solo vale un pase, sino que envía un mensaje claro: cuando el equipo se toma en serio el partido, su potencial ofensivo y su control lo convierten en un rival temible.
Si mantiene esta línea — intensidad, control, convicción y capacidad para traducir ocasiones en goles — el camino puede ser largo, y cargado de éxitos.
