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El Betis se suicida ante su afición (1-2)

El Real Betis Balompié está siendo golpeado una y otra vez por la mala fortuna y por la crueldad. El drama se ha instalado en el Benito Villamarín, convirtiéndose en un huésped maldito que está destrozando todo lo verde y todo lo blanco que se le ponga en su camino.

La afición verdiblanca está sintiendo en sus propias carnes el lado más amargo del fútbol. Un mes de marzo verdaderamente fatídico y para olvidar. Una afición que, a pesar de haber visto gran parte de la temporada a su equipo en la última posición, nunca le dio la espalda, capaz de creer y hacer creer a sus jugadores de que todo era posible. La victoria ante el Rubin Kazan dio alas a un Betis que vio en la Europa League su tabla de salvación para tomar impulso en Liga, y qué mejor que ante el Sevilla, el eterno rival. Pero tras un ilusionante 0-2 en el Sánchez Pizjuán, los heliopolitanos libraron una brutal batalla ante sus vecinos que acabó con una dramática tanda de penaltis en la que los nervionenses se llevaron el gato al agua. Un varapalo tremendamente duro para un equipo que dio la cara y que estuvo a punto de colarse en los cuartos de final de la segunda competición más importante de Europa.

Tras ello, al cuadro de Calderón le tocaba agarrarse a las últimas esperanzas de permanencia. Primero llegó el Atleti, y venció; pero lejos de hundirse, el equipo hispalense sacó su orgullo en Valencia ante el Levante y brindó una reconfortante victoria a su afición, como muestra de agradecimiento por su incondicional apoyo. Tres puntos que, unidos a los resultados que se dieron en la jornada, permitían al Betis soñar y afrontar el partido ante el Málaga como una auténtica final para engancharse al vagón de cola del Campeonato Nacional de Liga. De ganar, los béticos se colocarían a solo cinco puntos de la salvación, con siete jornadas aún por disputarse.

Con la hinchada volcada, el Real Betis puso toda su carne en el asador ante el conjunto malacitano, desde el minuto uno hasta que se le acabaron las fuerzas. Los locales fueron superiores: llegaron más y jugaron mejor, pero en el fútbol no siempre eso es equivalente de victoria. Con 1-0 a su favor, los verdiblancos tuvieron ocasiones de todos los colores, que no supieron aprovechar. En el minuto 80 la gasolina se acabó, las piernas no dieron para más y los blanquiazules supieron aprovecharlo para dar dos zarpazos que pondrían el 1-2 en el luminoso y con ello un fantasmal silencio en las gradas del Villamarín.

Los béticos bajaron los brazos y fueron desfilando por sus asientos, pero el drama aún tenía algo más preparado para el Betis, como si estuviese preparando el guion más maquiavélico jamás escrito en la historia del fútbol andaluz: penalti a favor; otra vez esos once metros de los que prendería una llama: la de la esperanza o la del infierno. Y falló, Rubén Castro falló, estrelló su disparo al travesaño y dejó más hundido que nunca a un Betis que llora y para el que no hay consuelo posible. Maldito huésped.

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