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Ha llegado al SEFF’12 sin hacer mucho ruido (sólo cuenta con dos sesiones), quedando encuadrada en la sección Special Screenings. Pero lo cierto es ‘Everybody in Our Family’ del rumano Radu Jude, tarda muy poco en asestar una puñalada en nuestro corazón. Nos deja sin respiración. No puede ser tan real algo que estamos mirando a través de una pantalla. Cuesta demasiado poco tomar cada fotograma como ejemplo perfecto de lo que puede llegar a ocurrir en cualquier hogar desestructurado.

La trama es insultantemente simple: un padre divorciado quiere ver a su hija para llevarla a la playa. La madre, que hace todo lo posible por retener a la cría, pone mil excusas para impedirlo, ordena a su nuevo amante que no la deje marchar con su padre bajo ninguna circunstancia. Hay mucho odio entre los ex, por lo que el conflicto está asegurado.

La cámara se mueve, la imagen tiene grano. Todo muy imperfecto a la vez que hiperreal. Los momentos de tensión aumentan y disminuyen tras alcanzar su máximo. Llegan los gritos, los golpes, los arrepentimientos. Llega lo extremo del egocentrismo humano. No hay ninguna palabra, ninguna escena que no pueda ser real.

Sofía, la niña angelical, y la abuela son, como siempre, las que pagan el pato. Inmersas en una vorágine de odio, rencor y venganza, las más débiles de la casa pasan casi toda la película en una habitación, con miedo. El espacio es muy importante para Jude, y lo maneja a la perfección.

Curiosamente, entre tanta tensión, surgen ramalazos de humor. Pero no, no podemos ser felices viendo esta película. Porque es cruda e injusta, como puede llegar a serlo la vida misma. Una historia del siglo XXI. Un drama brillante.

Pueden verla hoy, en Avenida Cinco Cines, a las 21:15 horas.

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