Pornografía es una obra obscena. Antonio Rincón-Cano, su autor y director, nos hace un hueco entre el ajetreo del estreno, esta noche en la Sala FLI. En una terraza de la calle Betis nos habla de teatro, sexo y soledad. Comunicador audiovisual y formado en el Laboratorio Teatral William Layton, el dramaturgo sevillano ha sido galardonado este año con el Premio Miguel Romero Esteo para la joven dramaturgia andaluza.

Clara Morales / Carlos Orquín

Sevilla Actualidad. ¿El Premio Miguel Romero Esteo, te ha abierto puertas?

Antonio Rincón-Cano. Es pronto para saberlo, la obra [Over the Raimbow] no está publicada todavía. Me imagino que una vez que esté publicada sí abrirá puertas. Un premio como Romero Esteo es un aliento porque los que nos dedicamos a esto hemos leído a Antonio Hernández Centeno, a Gracia Morales. Todos son Romero Esteo, y que te lo den a ti…

SA. ¿Estáis consiguiendo que os den espacio en salas de teatro?

ARC. Tenemos pendiente volver a La Imperdible y luego a Madrid. Es lo más cercano. Hay ganas de Madrid porque conocemos a bastante gente allí. Pero es muy diferente. El público de Madrid no está acostumbrado a ver teatro “bueno”. Aquí el público es más difícil porque está muy formado. Allí es difícil por todo lo contrario.

SA. En la introducción para Over the Raimbow hablas de crear personajes que puedan volar, que tengan alas.

ARC. Es que a mí la gente me está diciendo que están cansados de que mis personajes sean trágicos. Yo soy muy trágico, y eso se refleja. Antes escribía cosas en las que los personajes no es que soñaran, sino que creían que su sueño era realidad. Tengo que escribir sobre eso, porque hay que reflejar la tragedia, pero también dar un poco de esperanza. Si no, el público se puede ir muy triste a su casa.

SA. ¿Se puede sacar adelante una obra mala con actores buenos? ¿O al revés?

ARC. Al revés no. Si no tienes un buen equipo de actores (y cuando digo buenos actores me refiero a que te funcionen para lo que tú quieres en esa obra en concreto) es muy difícil. Hay textos maravillosos que si el actor no lo hace bien, el texto no llega. Eso es ciencia, lo tengo muy claro. Cuando trabajas con la obra empiezas a ver como funciona en boca de los actores.Las obras que yo he dirigido no están terminadas. La obra se va haciendo en los ensayos y en la propia acción. Hay gente que no está de acuerdo con esto pero yo lo prefiero. Los actores son muy culpables del resultado final, sea bueno o malo.

 

SA. A parte de los actores ¿la escenografía también te lleva por un sitio u otro?

ARC. La escenografía es difícil trabajarla. Hay muy pocos escenógrafos a los que les guste estar en el proceso de ensayo. Nosotros hemos trabajado con conceptos. Yo tenía muy clara una cosa: si trabajara con el Centro Dramático Nacional pediría un ‘peep-show’. Como no es así, pensamos qué elementos son esenciales para crearlo. Entonces decidimos una plataforma circular rosa que sirviera de sofá, cama, mesa… A partir de ahí empezamos a trabajar con círculos. Todo el espacio se mueve en círculos. Y hay una cosa muy clara: si hay un elemento en el escenario hay que tocarlo. Si no, está vacío de contenido, por lo tanto sobra. Siempre en teatro menos es más.

SA. El calentamiento que hacen los actores antes de la obra, en escena, ¿es una forma de acercar el actor al público, no sólo el personaje?

ARC. Lo que quiero es que el público se distancie, que no olvide que todo esto es mentira. Porque a lo mejor la propia realidad es mentira. Y que lo pornográfico no es pornográfico, sino que lo que no parece pornográfico al final lo es.

SA. ¿Y qué efecto tiene en los actores el hecho de que estés calentando y el público esté ahí?

ARC. Para el actor es una putada. Me decía Paco [Gámez, Teo en la obra] que cuando estás en lo oscuro, o hay un telón y se abre, no te enfrentas a un espectador, sino a la masa. Pero cuando sale así va diciendo “con este puedo, con este puedo”. Aunque el público y los actores sean un solo equipo, inevitablemente también son enemigos. No es solo que te vayan a observar o criticar, sino que te van a hacer una radiografía. Y tú vas a hacer una radiografía del público también.

SA. ¿Qué opinión te merece entonces el teatro tipo Fura dels Baus, en el que el público está inmerso dentro de la obra?

ARC. El teatro Fura dels Baus no se enfrenta a la masa. El público es un elemento más. Yo ahí me preguntaría: ¿el público en La Fura es un personaje más, o es escenografía? Porque, ¿La Fura te da pie para que tú cumplas unos objetivos, o para que seas antagonista e impidas que otro cumpla sus objetivos?¿O te mueve para acá y para allá y hace que grites?

SA. En tu blog contabas que mandaste un e-mail a tus “socias” en el que enviabas tu obra: “Acabo de vomitar esto”. Parece que vives el proceso de creación como algo más emocional que racional.

ARC. Sí. Creo que el proceso de creación de una obra de teatro se parece más al de la poesía o al de un cuadro que al de un guión de cine o de una novela. Otra cosa es que tú vomites la obra, la repases, la construyas, la reconstruyas. Porque, evidentemente, va para ser montada, y va dirigida a un público. No es una paja mental.

SA. En tu blog afirmas que “el teatro no va de tesis”, que el teatro “no es un mecanismo para hacer denuncia social, limpia, explícita”.

ARC. El teatro es acción. En el momento en que el teatro es discurso, se acabó el teatro. En el momento en que hay un personaje explicando de qué va la obra, la hemos cagado. Ya estamos en otra cosa. Estamos en política, que es un espectáculo muy bonito también, pero es política. Además, creo que en la actualidad no tenemos necesidad de un teatro de denuncia social panfletario. Hay que apostar por la mirada oblicua.

SA. La idea de no dar respuestas sino crear más preguntas.

ARC. Claro. Es que no tengo respuestas. A mí me han criticado que soy muy pretencioso con el espectáculo. Yo creo que lo contrario, porque no tengo respuestas. Pretencioso es el que quiere darle respuestas al público.

SA. ¿Por qué sois obscenos? ¿en qué medida o qué se considera obsceno?

ARC. Nosotros decimos que somos obscenos porque presentamos la realidad tal como es. Y si aquí hay una persona que habla de que se han corrido en su boca, eso pasa. Es también obsceno, averiguar que hay personas que tienen miedo a estar solas, a relacionarse con otras personas, que necesitan decirle a alguien “Abrázame” y no lo hacen y cuando lo hacen no obtienen respuesta. A mi eso me parece obsceno.

SA. ¿Qué te parece que se considere obsceno el hecho de que la obra se llame Pornografía?

ARC. Eso si que es una obscenidad. No tiene adjetivo. Ve a verla y si te parece obsceno, dilo. Hay que tener cuidado con los títulos, pero nosotros estamos en un momento en que o nos posicionamos en el panorama de la escena en Sevilla o vamos tarde. Yo creo que si nos hubiéramos llamado 6 historias, 6, no hubiéramos tenido tanto éxito como Pornografía. Así, igual que hay gente que me va a cerrar las puertas, hay otros que me las van a abrir de par en par.

SA. En el vídeo de promoción de la obra se dice que jugáis con la pornografía como se puede jugar con cualquier otra cosa. Sin embargo, utilizáis el sexo, ¿por qué?

ARC. Con otra cosa con la que podríamos jugar y todo el mundo entiende es el dolor, y como no teníamos ganas de hacernos daño encima del escenario decidimos que el sexo. El dolor lo entiende todo el mundo: todo el mundo se ha caído, todo el mundo ha cortado con su pareja alguna vez, y eso es doloroso. El sexo es igual: todo el mundo ha tenido roturas de condones, todo el mundo ha sufrido un “no se me levanta”, todo el mundo ha sufrido vaginismo, todo el mundo ha sufrido los miedos del sexo.

SA. En la obra los seis personaje se encuentran pero también se desencuentran.

ARC. Sí. Creo que el tema de pornografía es la soledad. Es el concepto que lo significa todo. Esas seis personas están solas. La soledad está en todos, todos estamos muy solos. El mayor miedo de la actualidad es terminar solo en una residencia de ancianos. Lo que más trabajo le ha costado a los actores no es enfrentarse al sexo sino a la soledad.

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