El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Llevo todo el día intentando no escribir sobre esto, pero finalmente, voy a hacerlo. Puede que eso, el haber intentado esquivarlo haga que ahora me lance de cabeza. Al fin y al cabo, en este cuarto de siglo con el que ya cuento en la espalda, no he conseguido averiguar si escribo para los demás o para mí misma. Podrían acusarme de personalista en este Graderío, y les daría la razón, pero a ciertas edades, ya no se sabe ser de otra manera.

Mercedes Serrato. Hay sueños, proyectos, ideas, que no son nuestras, no corren a nuestro cargo, pero por cercanía, por ilusión compartida todo se contagia y te acabas embarcando, y te alegras o te entristeces como si también fuera tu guerra. Algo así me ocurrió ayer. Un amigo presentaba el culmen de un trabajo veraniego. Era la prueba de fuego; era el primer cuadro que pintaba sobre temática cofrade, era la primera vez que hacía una pintura nocturna y para qué andarse con rodeos o lindezas… era la primera vez que se enfrentaba a este “mundillo”.

El cofrade a veces es un hueso duro, un público exigente, y del periodismo  morado, ya ni hablo. En ocasiones nadie te regala los halagos, y de hecho debe ser así, también por lo contrario, porque a veces se regalan, vemos ensalzados ciertos artistas o cosas que no lo merecen, pero voy a dejar el terreno pantanoso en que me estoy metiendo.

Por todo esto que he comentado, andaba algo escéptica a lo que podía pasar, y le había contagiado este estado a mi amigo. Quizás por eso la sorpresa fue mayor. La crítica es más que buena, la aceptación de la gente, que al fin y al cabo es la que prima, ha sido inmensamente mejor de la que esperaba. No porque la obra de este autor no fuera lo suficientemente buena, pero ya lo he dicho antes, nunca se sabe con estas cosas.

Anoche alguien comentaba “en el mundo de la Semana Santa se le suele tener miedo a las cosas nuevas”. Esta frase no es mentira pero entonces yo me planteé: ¿cuándo se le da a la gente cosas nuevas? Creo que pocas veces. Tal vez ese es el error, muchos creen saber lo que  a la gente le gusta, y a veces no comparten sintonía. Pero esto no es una ciencia claro está. Sólo digo que a veces hay que arriesgar, saber lo que puede gustar, no abandonar los principios de uno mismo, jugársela, y tener un buen colchón si la caída es dura.

Por todo esto, la Hermandad de Monte-Sión posee ahora mismo una hermosa obra de arte que muchos quisiéramos para el salón de casa, y mi amigo, el joven pintor Daniel Franca, tiene una enorme satisfacción personal; y yo, que ni sé coger un pincel, me siento partícipe a mi manera, narradora de una historia que he tenido la suerte de compartir, y orgullosa del resultado.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...