La Copa del Rey vuelve a escena para el Sevilla FC con una prueba que no admite distracciones. Esta noche, en Mendizorroza, el conjunto hispalense se enfrenta al Deportivo Alavés en los dieciseisavos de final, una eliminatoria que llega marcada por el contexto liguero de ambos equipos y por la necesidad sevillista de consolidar sensaciones lejos de casa.

Para el Sevilla, este partido supone algo más que avanzar de ronda. La liga ha dejado hasta ahora un rendimiento irregular, con altibajos que han impedido al equipo asentarse en la zona noble de la tabla. La Copa aparece, por tanto, como una oportunidad para reforzar la confianza del grupo y demostrar que el equipo puede competir con solvencia en escenarios exigentes.

Mendizorroza no es una plaza sencilla. El Alavés ha construido buena parte de sus aspiraciones sobre la fortaleza como local, apoyado por un ambiente intenso y un estilo de juego directo que incomoda a los rivales. El Sevilla lo sabe y asume que cualquier error puede tener un coste elevado en una eliminatoria a partido único.

Con el peso de la historia y la exigencia de su escudo, el conjunto nervionense encara esta Copa con la obligación de responder. No se trata solo de pasar, sino de enviar un mensaje claro: el Sevilla sigue siendo un equipo competitivo, capaz de adaptarse y crecer incluso en contextos adversos.

La copa del Rey como termómetro del Sevilla

La Copa del Rey ha sido históricamente un escenario familiar para el Sevilla, un club acostumbrado a competir en eliminatorias y a gestionar partidos de alta tensión. Sin embargo, el contexto actual obliga a mirar esta competición como algo más que un torneo secundario. La irregularidad mostrada en la liga convierte cada partido copero en una prueba de madurez y compromiso.

El Sevilla ha superado las rondas previas sin excesivo brillo, cumpliendo el expediente pero sin desplegar un fútbol dominante. Esa sensación de solvencia a medias es la que el cuerpo técnico pretende corregir en Mendizorroza, donde no bastará con controlar el balón: será necesario competir, sufrir y saber leer los momentos del partido.

Para un equipo con aspiraciones europeas, avanzar en la Copa es también una forma de mantener vivas las ilusiones colectivas. El vestuario es consciente de que una buena trayectoria copera puede compensar, en parte, las dudas que ha dejado el rendimiento liguero, además de ofrecer minutos valiosos a jugadores menos habituales.

El Alavés un rival incómodo

El Deportivo Alavés llega a esta eliminatoria con una realidad distinta pero igualmente significativa. En la liga, el conjunto vitoriano ha logrado cierta estabilidad, instalado en la zona media de la tabla y con un margen de tranquilidad respecto a los puestos de descenso. Esa situación le permite afrontar la Copa sin la presión extrema de otros equipos.

El equipo vasco ha construido su identidad desde la solidez, el orden defensivo y el aprovechamiento de Mendizorroza como fortín. En casa, el Alavés eleva su nivel competitivo, presiona con intensidad y convierte cada duelo en una batalla física y mental. Para ellos, eliminar a un club como el Sevilla supondría un impulso enorme.

En esta edición de la Copa, el Alavés ha mostrado seriedad y concentración, superando rondas con un enfoque pragmático. El partido ante el Sevilla es visto como una recompensa y, al mismo tiempo, como una oportunidad para medir su verdadero techo competitivo.

El Sevilla y la búsqueda de seguir en la línea contra el Oviedo

El recorrido del Sevilla en la liga ha sido irregular. El equipo ha alternado actuaciones convincentes con partidos en los que ha evidenciado fragilidad defensiva y falta de continuidad en el juego. Especialmente lejos del Sánchez-Pizjuán, los resultados no han acompañado como se esperaba.

No obstante, en las últimas jornadas se han apreciado signos de mejora. El equipo ha ganado solidez en fases del juego y algunos futbolistas han elevado su rendimiento individual. Esta visita a Mendizorroza llega, por tanto, en un momento clave para confirmar si esas sensaciones positivas pueden trasladarse a un contexto copero y hostil.

La Copa ofrece al Sevilla una vía paralela para crecer como equipo. Ganar en Vitoria no solo significaría avanzar de ronda, sino también reforzar la idea de que el grupo está preparado para competir en partidos cerrados, donde la gestión emocional es tan importante como el planteamiento táctico.

La regularidad, la clave para pasar de ronda

El duelo en Mendizorroza se decidirá en pequeños detalles. El Alavés intentará imponer un ritmo alto, aprovechar las segundas jugadas y hacer del balón parado una de sus principales armas. El Sevilla, por su parte, necesitará imponer calma, gestionar posesiones largas y evitar pérdidas en zonas comprometidas.

La clave para el conjunto hispalense estará en el equilibrio y en la regularidad. Saber cuándo acelerar y cuándo pausar, cuándo presionar y cuándo replegar. La liga ha demostrado que los errores defensivos penalizan, y en la Copa, esos errores suelen ser definitivos.

Desde el punto de vista mental, el Sevilla deberá asumir el papel que le corresponde sin caer en la ansiedad. Mendizorroza exigirá concentración máxima durante los noventa minutos —o más— y una mentalidad competitiva acorde a la historia del club. Solo así esta oportunidad copera podrá convertirse en un paso firme hacia adelante.

Los de Almeyda se juegan esta noche mucho más que una eliminatoria de Copa. En Mendizorroza, ante un Alavés sólido y sin complejos, el conjunto nervionense tiene la oportunidad de reafirmarse, crecer como equipo y demostrar que, más allá de la liga, sigue siendo un club preparado para competir cuando el escenario lo exige. Un partido que, gane o pierda, marcará el pulso inmediato de la temporada sevillista.