- Cartela de Koch en el Laboratorio Municipal de Sevilla (1)
- Cartela de Koch en el Laboratorio Municipal de Sevilla (2)
- Cartela de Koch en el Laboratorio Municipal de Sevilla (y 3)
En el barrio de Tablada del hispalio distrito de Los Remedios (CP-41011) allá en la zona oeste de la ciudad donde el arrabal de poniente, y tras el primaveral recinto del Real de la Feria de Abril, se encuentra esta vía rotulada en el segundo tercio del pasado siglo en honor del bilbaíno Carlos Haya González (1902-1938), conocido por sus extraordinarias dotes como piloto y protagonista de grandes hazañas aeronáuticas tanto militares como civiles. De esta faceta destacar su histórico vuelo directo Sevilla-Bata en la Nochebuena de 1931, realizado en una época de otros grandes raids (perdón, pruebas deportivas de resistencias) aéreos internacionales, y que llevó a cabo despegando del Aeródromo de Tablada en Sevilla y volando hasta Bata, Guinea Española.
Un recorrido de 4312 km cruzando el desierto del Sáhara, Níger, Nigeria y Camerún hasta llegar a Guinea y en el que emplearon 27 h 11 min lo que viene a dar una velocidad media de 158,08 km/h; sin duda toda una hazaña en la aviación de la época y motivo por el que la calle fuera rotulada en su honor. Por cierto, cruzando la manita de travesías que en realidad constituyen la susodicha calle, se encuentra la avenida Aeródromo de Tablada, titular de la histórica y citada base aérea sevillana de principios del siglo XX que quizás deba venir a no mucho tardar a estos predios. Ya de la que va, y “por si las moscas”, vaya por delante que a pocos metros de su calle se encuentra un centro escolar que también lleva su nombre, I.E.S. Carlos Haya, construido en 1976 dependiendo del Ministerio de Defensa, pero que en 2007 pasó a manos de la Junta de Andalucía y donde estudian alumnos de Enseñanza Secundaria y Bachillerato.
Carlos Haya, inventor
Pero no es por su brillante trayectoria como aviador civil y militar que viene a esta tribuna el bilbaíno, le recuerdo dicho sea de paso que fue pionero de la aviación española, llegó a establecer tres récords mundiales de velocidad (1930) en un circuito cerrado, y que participó en la Guerra Civil Española donde sirvió como piloto personal de Franco muriendo en combate. Lo hace como inventor pues a pesar de su corta vida, 36 años, concibió y patentó diversos sistemas y aparatos que mejoraron la navegación aérea en condiciones de escasa o nula visibilidad. Entre ellos, en 1930, patentó la Regla de Cálculo, consistente en una tira de papel milimetrado en la que aparecían trazadas: líneas de tiempos, desde 0 a 5 h con intervalos de 5 min; líneas de distancias, desde 0 a 500 km con intervalos de 10 km y un fiel móvil de velocidades (120-170 km/h). También patentó el Corrector de Derivas, instrumento de navegación aérea consistente en unas tablas logarítmicas que permitían corregir el rumbo de los aviones, muy útiles en vuelos con mal tiempo o baja visibilidad; el hecho de patentarlo subraya su importancia práctica para la aviación. Así mismo hace lo propio con otro dispositivo para calcular la distancia recorrida por el avión, basándose en la estimación de rumbos y distancias, y hacerlo de una forma que simplificaba mucho los cómputos a los aviadores; lo llamó Calculador de vuelo, Estadiómetro o Estímetro, un término de origen etimológico mestizo, del latín aestimare “valorar” y del griego metro “medida”.
Otros inventos, “pavos como paracaídas”
En un contexto ya militar desarrolló entre otros inventos una espoleta de enorme sencillez que podía ser activada tanto por impacto como por tiempo, además de poder ser fijada en tierra; a la larga fue un precedente del dispositivo que utilizaría la Luftwaffe, fuerza aérea de la Alemania nazi, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). También inventó una bomba incendiaria y de metralla para lanzar sobre formaciones de aviones enemigos, una especie de baterías antiaéreas. Sin olvidarnos de su original forma de hacer llegar aprovisionamientos al Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Jaén durante la Guerra Civil (1936-1939) pues no tuvo otra idea mejor que atar paquetes de alimentos, medicinas y municiones a pavos vivos y dejarlos caer desde la aeronave mientras sobrevolaban el objetivo. Naturalmente los pavos aleteaban al descender ralentizando su caída y dejando en el suelo los suministros, frágiles algunos de ellos, sin dañarlos ni romperlos. Bien por los pavos. Pero como ya se habrá imaginado no acababa ahí la “pavera” misión, tras alcanzar el objetivo aéreo cumplían otro de naturaleza nutritiva, ya que servían de alimento a los sitiados; una logística que bien podría ser conocida como la de “los pavos paracaidistas” o algo así.
Integral Haya
Buena parte de su formación y experiencia adquirida como aviador civil y militar cristalizaron en un instrumento denominado integral giroscópica, en realidad un horizonte artificial giroscópico que llevaba asociado un indicador de viraje. Un dispositivo sencillo, sin números ni escalas, que permitía conocer de un rápido vistazo la actitud del avión, es decir, su posición con respecto al horizonte permitiendo volar en condiciones de visibilidad reducida o, incluso, sin visibilidad.
Patentado en 1932 tanto en Francia como en España, pronto se convirtió en un material de vuelo indispensable por el que mostró interés la Aeronáutica Militar Francesa, siendo adoptado por la Aviación Militar Española con el nombre de Integral Haya. (Continuará)
