Cinco segundos de comparecencia dedicados a las víctimas. El resto del tiempo, malgastado en no responsabilizarse de su gestión. El ‘president’ de la Comunidad Valenciana ha dimitido este lunes de forma forzada tras haber hablado con Feijóo. Está convencido de que su gestión ha sido buena y que «algunos errores» —como él los describe— no son fruto de «cálculo político» o «mala fé». La realidad es que la comparecencia ha estado repleta de estas dos cosas. «He intentado batallar para que se conociera la verdad y las verdaderas causas de la tragedia», ha asegurado Mazón. El mismo que rechazó en varias ocasiones las citaciones de la jueza para declarar de forma voluntaria, el mismo que no publicó la factura de El Ventorro y el mismo que no se somete a la fiscalización democrática respondiendo a las preguntas de los medios de comunicación.
El ‘president’, como acostumbra en su estrategia, ha vuelto a usar la mentira para defenderse. En sus declaraciones ha descargado la responsabilidad en el Gobierno central con una teoría ya desmontada. «La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) no avisó del desbordamiento y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) dijo que a las seis el temporal se iba a Cuenca. Nadie previó la magnitud de las lluvias y los medidores no funcionaban», ha dicho sin ruborizarse. La realidad es que ni la Aemet ni las confederaciones hidrográficas tienen competencias en materia de protección civil y, por tanto, no pueden emitir las alertas, cuya responsabilidad corresponde a la comunidad autónoma. En realidad, la Aemet decretó el nivel rojo de alerta y la Generalitat lo ignoró.
El delegado de la agencia en Valencia, Jorge Tamayo, fue claro. «Es imposible determinar cuánta cantidad de agua va a caer», sentenció. La CHJ había dado aviso sobre las doce del mediodía. Un miembro de la Delegación del Gobierno en Valencia recomendó al 112 enviar el ES-Alert —el sistema de avisos de protección civil— pasadas las seis de la tarde. No fue hasta pasadas las ocho cuando la Generalitat se dignó a tomar partido y dar ese aviso, que ya era inúti. Más de 150 personas a esa hora habían muerto y otras 37 estaban en una situación insalvable. Mazón llegó al Cecopi después de la alerta, a las ocho y media, y compareció por la noche con unas palabras que también llegaron tarde. «Suban a los lugares más altos, más próximos y más seguros», recomendó. 229 personas habían muerto.

Mazón, en un primer momento, aseguró que su agenda oficial había acabado poco antes de las dos de la tarde. Según él, desde las cinco ya estaba en el Palau de la Generalitat. Hasta el momento no se sabe con exactitud por qué ocultó la comida con la periodista Maribel Vilaplana, aunque parece estar más que claro: que mientras los valencianos se ahogaban prefirió ignorar sus obligaciones y continuar en El Ventorro. Cuando la periodista dio dos versiones en las que aseguraba que su comida terminó en una hora concreta —las 17:45 en su primera versión y 18:45 en la segunda—, Mazón guardó silencio. Tan solo se limitó a mencionar la hora a la que llegó al Cecopi: las siete de la tarde. También mentira: llegó a las 20:28.
