Es probable que no la reconozca así de primeras, ni por el nombre ni por la ubicación, aunque le aseguro que, si tiene ya una edad, seguro que ha pasado por ella y en más de una ocasión, de dos y de tres. Como puede apreciar el titular de la entrada está en cursiva o va entrecomillado, o es posible que las dos opciones, un formato tipográfico que ya le debe poner sobre aviso pues la empleamos en este contexto para referir calles desconocidas del callejero (para quien escribe, al menos) bien porque ya no existan o bien porque su nombre actual sea distinto, como es el caso que nos trae. Sepa que en la actualidad la tal calle Matrucio es conocida como calle Méndez Núñez, nombre seguro con el que sí la conoce y cae en la cuenta de que está situada en el barrio de la Alfalfa, pertenece al distrito Casco Antiguo (41001) y discurre entre la confluencia de la plaza de la Magdalena con la calle San Pablo, donde empieza, y la confluencia de la plaza Nueva con la calle Bilbao donde termina. Doscientos metros (200 m) de recorrido separan físicamente un punto del otro, casi seis (6) siglos la contemplan y, como alguna que otra calle de la ciudad, ha tenido no pocos nombres (hasta 7 le traigo) a lo largo de su existencia que arranca a finales del siglo XV.
De los nombres. Datos históricos
Una primera referencia a este espacio se encuentra en un documento municipal de 1499 donde aparece referida como “calle que viene de la Madalena a la de Catalanes” (actuales Carlos Cañal y Albareda), y el escritor y abogado sevillano Santiago Montoto (1890-1973) cree que se trata de la misma que en un padrón de pecheros de 1533 se llama calle Gelves, por estar allí la casa palacio de esta familia noble o quizás no. Un nombre que en cualquier caso mantuvo hasta mediados del siglo XVI cuando pasó a ser llamada calle de los Portugales (lo que no está contrastado documentalmente) y que pronto cambió por la de calle Don Diego de Portugal que perduraría durante más de dos siglos. Lo hace hasta que aparece rotulada en el plano de Olavide (1771) como calle Mastrucio, en honor del dieciochesco médico sevillano Manuel Mastrucio y que conserva durante algo más de medio siglo por cuanto en 1832 aparece sin más en la guía urbana de Herrera Dávila como calle del Naranjo e igualmente en los planos de Álvarez-Benavides de 1860 y 1868. Es precisamente en 1868 cuando se rotuló con el nombre que en la actualidad conserva, en recuerdo del marino y héroe de la batalla del Callao (Perú), Casto Méndez Núñez (1824-1869). Bien, pero, yendo a lo que nos trae ¿quién fue Manuel Mastrucio? ¿cuáles fueron sus méritos científicos?
Manuel Mastrucio (1705-1777). Vida y obra
No es mucho, y además con muy poco detalle, lo que sabemos de la biografía de este médico sevillano del siglo XVIII, “catedrático de prima de Medicina” de la Universidad de Sevilla, que fue famoso en su tiempo por sus estudios en contra de cierto uso terapéutico del agua. Uno en concreto muy ambicioso pues consideraba al hoy compuesto químico y otrora uno de los cuatro elementos clásicos, nada menos que como “medicina universal”, una afirmación que ya se imagina causó no pocas controversias en los ambientes universitarios entre ellos el de Sevilla. Dicha doctrina, conocida como ‘método acuario’, fue propugnada y defendida por el médico revalidado hispalense Juan Vázquez de Cortés, miembro de la Academia de Sevilla y conocido como el “médico del agua”. No le digo más. Recomendaba el uso del agua fría tanto externo como interno, bebida en grandes cantidades en lugar de purgas, elixires y tónicos cardiacos y, aunque niega que sea remedio universal de las enfermedades, sí es “remedio de muchísimas” y “de todas, auxilio generoso”. Así lo escribe en su obra Medicina en las fuentes: corriente de la medicina de el agua: purgas sin corriente. Vázquez de Cortés, Juan. Sevilla: Imprenta de las Siete Revueltas, 1735.
Por cierto, no se lo he comentado pero este método gozó en esta ciudad con bastantes partidarios, siendo muchos los médicos lo aplicaron.
“Método acuario”. División de opiniones
Una corriente terapéutica que tardó poco en ser, y muy enérgicamente, impugnada y refutada por el galenista José Ortiz Barroso, socio de la Regia Sociedad Hispalense, generándose así una controversia que se plasmó en numerosos escritos que fueron apareciendo a lo largo del tiempo. Como la obra de éste,Uso y abuso de el agua dulce potable, interna y externamente practicada, en estado sano y enfermo. Tomo primero. Ortiz Barroso, José. Sevilla: Imprenta de las Siete Revueltas, 1736. También se manifiesta contrario al método del agua nuestro científico de hoy Manuel Mastrucio y lo hace en su Apuntaciones contra la universalidad y abuso del agua, que expressa, y practica … don Juan Vasquez de Cortes, medico revalidado, y de esta ciudad de Sevilla;… Sevilla: Imprenta de Juan Francisco Blas de Quesada, 1735.
En el susodicho niega la existencia de cualquier remedio universal, defiende el uso terapéutico de la purga y denuncia los daños producidos por el método del agua, llegando a proscribirlo; en su opinión, lo que la experiencia no demuestre como bueno ni es racional ni pueden los médicos aprobarlo. Llega a refutar la doctrina, probando que no era “remedio universal” y, con respecto a los casos prácticos, Vázquez, lo mismo que “nuestros hydropáticos” “no manifestaba los malos sucesos, sino tan solo los que le eran favorables”. Ni que decir tiene que Vázquez contraataca y lo hace con Respuesta por D. Juan Vázquez de Cortés a las Apuntaciones de el Dr. D. Manuel Mastrucio. Vázquez de Cortés, Juan. ¿Sevilla? ¿1735? En fin. Una polémica que trascendió el ámbito local y de la que se hicieron eco los padres maestros Feijoo y Juan de Nájera, que además participaron activamente tomando partido; ya de la que va, el religioso benedictino orensano ya apareció en esta tribuna como titular de un rótulo callejero.
