El 12 de octubre, la básica de El Palmar de Troya volverá a ser escenario de una de sus citas más peculiares: la Fiesta de Nuestra Madre del Palmar Coronada, una procesión organizada por la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz. La cita comenzará a las 20:00 horas con los pasos procesionales de la Santa Faz y Nuestra Madre del Palmar Coronada, que se realizarán al aire libre si el tiempo lo permite.

La Iglesia Palmariana ha difundido una invitación abierta a quienes deseen conocer su liturgia y «descubrir la verdadera Iglesia de Cristo». Eso sí, con una advertencia: no es el Vaticano, y aquí la vestimenta escandalosa no tiene cabida. Para asistir hay que cumplir un estricto código de decencia cristiana que se extiende desde la cabeza hasta los pies.

Los hombres deberán llevar pantalones largos, camisas de manga larga abotonadas hasta el cuello y calcetines visibles, además de mantener el pelo corto y sin adornos. Se prohíben los tatuajes, los pendientes y las camisetas con logotipos. En cuanto a las mujeres, las normas exigen vestidos largos y holgados, sin escotes ni transparencias, mangas hasta la muñeca y un velo que cubra la cabeza dentro del recinto sagrado. Nada de vaqueros, ropa ceñida o zapatillas deportivas. La moda palmariana tiene un aire a otra época… y así lo prefieren sus fieles.

Desde la propia institución insisten en que estas normas no son caprichosas: «no es Dios quien debe adaptarse a las modas humanas, sino los hombres a las leyes divinas». En otras palabras: nada de venir con la ropa de diario. Y si el visitante no se siente preparado para semejante conversión estética, que no se preocupe: prometen que podrá marcharse después. La invitación concluye con un mensaje tranquilizador —casi un guiño a su fama—: «No te encerraremos, como lamentablemente mucha gente afirma».

Fundada tras las supuestas apariciones marianas de 1968, la Basílica del Palmar de Troya mantiene su propio papa, cardenales y liturgia, completamente independiente de la Iglesia Católica Romana. Sus muros, coronados por cúpulas doradas y vigilados desde hace años por el mito, volverán a llenarse este sábado de incienso, rezos y curiosos que acudan a «ver por sí mismos» cómo es una de las ceremonias más herméticas y controvertidas de la provincia de Sevilla.