Entre las calles más transitadas del centro de Sevilla, a pocos pasos de la Catedral y del Arenal, se encuentra la Bodeguita Romero, un pequeño bar con más de ocho décadas de historia. Fundada en 1939, esta casa ha sabido conservar el ambiente de taberna sevillana clásica, con barra, mesas y un servicio ágil que convive con el bullicio de vecinos y visitantes.

El plato que más fama le ha dado es su montadito de pringá, una tapa sencilla que condensa la tradición de los guisos caseros andaluces en un pan crujiente relleno de carne deshebrada. Es habitual que quienes llegan recomendados por guías o boca a boca lo pidan como primera opción. Sin embargo, la carta incluye otras especialidades de la cocina local, como las espinacas con garbanzos, la cola de toro o la tortilla de camarones.

El local mantiene un aire auténtico, sin grandes pretensiones decorativas, lo que le aporta un carácter propio. En la barra se entremezclan turistas curiosos con sevillanos que lo visitan de forma habitual, atraídos por la constancia de sus recetas y por la posibilidad de disfrutar de una comida tradicional en pleno centro histórico.

Hoy, la Bodeguita Romero es un ejemplo de cómo la gastronomía popular puede convertirse en un reclamo en sí misma: un espacio donde el visitante descubre sabores que forman parte de la identidad sevillana y donde lo cotidiano adquiere un valor especial.