- Agua, sombra y silencio: una de las piscinas más tranquilas y asequible de la provincia está en esta pequeño poblado
- Cuatro espectaculares playas de agua cristalina a poco más de una hora de Sevilla que aún pasan desapercibidas
En plena Sierra Norte de Sevilla, existe un rincón que parece sacado de un cuento de hadas. Se trata del Charco del Infierno, ubicado en el municipio sevillano de El Pedroso. Allí, el rumor del agua se mezcla con el canto de las aves, y el aire huele a encina y romero. No hay chiringuitos, ni socorristas, ni sombrillas de colores… solo un remanso de paz, custodiado por paredes rocosas y vegetación frondosa, donde el tiempo se detiene.
Este enclave natural se forma en una garganta esculpida por el río Retortillo, que ha modelado a lo largo de siglos un charco profundo de aguas tan limpias que invitan al baño incluso en los días más calurosos del verano. La temperatura es fresca, casi desafiante, pero perfecta para quienes buscan refrescar cuerpo y mente lejos del bullicio.
Llegar no es complicado, pero sí exige un pequeño esfuerzo: un sendero de tierra y piedra que obliga a llevar buen calzado y, sobre todo, ganas de desconectar. El premio al final del camino es un espejo de agua rodeado de silencio, roto solo por chapuzones y risas contenidas.
Más allá del baño, el lugar es un festín para los sentidos. En sus orillas, es fácil encontrar libélulas que revolotean como si fueran joyas vivientes, o ver fugazmente al martín pescador cruzando como una flecha azul sobre la superficie. Sobre las copas de los árboles, algún águila culebrera planea paciente, vigilando desde el cielo.
Quien lo conoce, lo respeta. No hay papeleras ni contenedores, así que todo lo que se lleva, se debe traer de vuelta. Es un pacto silencioso entre quienes aman este rincón y la naturaleza que lo acoge. Y, como suele ocurrir con los secretos mejor guardados, su encanto radica en que no está en todas las guías ni en todos los mapas.
