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Cuando el termómetro aprieta en Sevilla, muchos buscan refugio en playas o piscinas. Pero a apenas una hora y media en coche, en la sierra de Huelva, existe una alternativa perfecta para quienes desean combinar naturaleza, historia y temperaturas más suaves: una red de senderos que serpentea entre arroyos, frondosos bosques y antiguos molinos de agua, la ruta de los molinos de agua.
Un viaje entre ruinas y arroyos
Estas rutas atraviesan pueblos como Beas o Cortegana, y discurren por entornos naturales donde el tiempo parece haberse detenido. El caminante avanza entre muros de piedra, alcornoques, jaras, olivos centenarios y riberas frescas que acompañan el sonido del agua. En el camino, aparecen las ruinas de molinos hidráulicos harineros, testigos silenciosos de una economía rural que floreció siglos atrás.
En el caso de Beas, la ruta parte del propio municipio y se adentra en el arroyo Candón, donde pueden encontrarse varios de estos antiguos ingenios. Algunos están restaurados, y en uno de ellos incluso hay una zona habilitada para el descanso, con merendero y sombra natural: ideal para un picnic veraniego.
Ideal para escapar del calor
Las temperaturas en la zona son notablemente más suaves que en la campiña sevillana. A la sombra de los árboles y cerca del agua, el cuerpo agradece el microclima serrano. La ruta de Cortegana, por ejemplo, sigue el curso del arroyo de las Carabañas, entre pequeñas cascadas y vegetación densa que regala frescor y verdor incluso en los meses más secos.
Además, si se opta por la Vía Verde de los Molinos de Agua, que une San Juan del Puerto, Beas y Valverde del Camino, se puede disfrutar de un recorrido más largo y cómodo, perfecto para bicicleta o tramos a pie.
Cultura, historia y desconexión
Más allá del paisaje, estas rutas son también una invitación a conocer el patrimonio etnográfico de la Sierra de Huelva. Los molinos, muchos de ellos del siglo XV en adelante, funcionaban mediante el empuje del agua sobre un rodezno, una rueda horizontal que movía la maquinaria de molienda. Su conservación (en algunos casos) o su estado ruinoso (en otros) recuerdan el valor del agua y el esfuerzo de generaciones pasadas.
La señalización de los senderos es adecuada, y muchos de ellos son circulares, de entre 7 y 9 km, lo que los hace asequibles incluso para familias con niños o senderistas poco experimentados.
En verano, el cuerpo pide sombra, agua y aire limpio. Esta zona de la Sierra de Huelva ofrece todo eso sin aglomeraciones, sin prisas y con mucha historia bajo cada piedra. Una escapada cercana para los sevillanos que buscan más que un chapuzón: una experiencia de conexión con el paisaje y la memoria rural de Andalucía.
