- La refrescante ruta de senderismo, con agua hasta la cintura y naturaleza en estado puro, a hora y media de Sevilla
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Entre los municipios de Coín y Alhaurín el Grande, en plena Sierra de Mijas, se encuentra uno de los parajes más refrescantes y sorprendentes de la provincia de Málaga: Barranco Blanco. Una ruta fluvial de corta distancia, ideal para quienes desde Sevilla buscan escapar del calor con un plan de naturaleza, agua y aventura en estado puro.
A tan solo dos horas en coche desde la capital hispalense, este rincón natural se ha convertido en un destino recurrente para senderistas, familias y amantes del barranquismo. Su cauce, alimentado por el río Alaminos, discurre entre pozas cristalinas, saltos de agua y una vegetación exuberante que invita al baño, la exploración y la desconexión.
Una ruta corta, pero intensa
La mayoría de las rutas que atraviesan Barranco Blanco no superan los 7 kilómetros, lo que la convierte en una opción accesible incluso para senderistas sin experiencia. Sin embargo, su terreno irregular y húmedo exige cierta precaución. Escarpines, calzado de agua o zapatillas viejas son recomendables, así como una muda para el regreso. Los tramos más visitados —como el Charco de la Paloma o el Charco del Infierno— ofrecen zonas profundas donde nadar, aunque algunos accesos requieren destreza, cuerdas o pequeños destrepes, por lo que no es recomendable llevar niños pequeños o mascotas.
El punto de partida habitual es la carretera MA-3303. En verano, el acceso en coche está restringido, por lo que hay que dejar el vehículo en los aparcamientos habilitados y continuar a pie. Esta medida busca proteger un entorno natural que, tras el incendio de 2012, ha experimentado una lenta pero firme recuperación.
Cascadas, vegetación y fauna
Barranco Blanco es más que un sitio donde darse un baño. El recorrido discurre entre paredes de roca caliza, pinares, adelfas, lentiscos y algarrobos. En sus aguas pueden encontrarse pequeños peces, ranas, libélulas y, con suerte, alguna nutria esquiva. La cascada principal —de entre cuatro y once metros según el punto de medición— es uno de los grandes atractivos, aunque su caudal puede verse reducido en épocas de sequía.
Pese a su belleza, no se trata de una ruta balizada ni oficialmente acondicionada. La experiencia aquí es salvaje y directa, lo que obliga al visitante a ser especialmente respetuoso: nada de basura, nada de ruidos y, por supuesto, prohibido hacer fuego o acampar.
Un plan perfecto para el verano
Para quienes viven en Sevilla y buscan un destino de naturaleza con agua, sombra y aventura, Barranco Blanco es una excelente opción para una escapada de un día. Eso sí, conviene madrugar para evitar aglomeraciones, especialmente los fines de semana. También se recomienda consultar las condiciones del cauce, ya que las lluvias o la sequía pueden alterar considerablemente el recorrido.
Esta joya del interior malagueño no necesita grandes infraestructuras para enamorar. Su sencillez es su mayor valor: caminar por el cauce de un río entre montañas, sumergirse en aguas frías y claras, y sentir que, aunque sea por unas horas, el verano andaluz puede ser también sinónimo de frescor y silencio.
