Durante más de dos décadas, Sevilla no solo fue capital de Andalucía, sino también del fútbol estival. Desde 1972 hasta 1994, el Trofeo Ciudad de Sevilla convirtió la ciudad en un escaparate de talento nacional e internacional, reuniendo en sus estadios a grandes equipos, fervorosas aficiones y un ambiente festivo que muchos aún recuerdan con nostalgia.

Impulsado por el Ayuntamiento de Sevilla en colaboración con los dos grandes clubes de la ciudad, el Sevilla FC y el Real Betis Balompié, el trofeo nació con una clara vocación: promover el deporte, fomentar la convivencia y situar a Sevilla en el mapa futbolístico internacional. Para ello, cada edición contaba con la participación de ambos equipos sevillanos y, habitualmente, dos conjuntos invitados, muchos de ellos de renombre internacional.

El torneo se jugaba en formato cuadrangular y tenía una peculiaridad que subrayaba la paridad institucional: los encuentros se disputaban alternativamente en los estadios de los dos grandes rivales hispalenses, el Ramón Sánchez-Pizjuán y el Benito Villamarín. Así, el torneo no solo era una fiesta del fútbol, sino también un ejercicio simbólico de equidad entre las dos mitades de la ciudad.

A lo largo de sus 16 ediciones, el Trofeo Ciudad de Sevilla fue conquistado en siete ocasiones por el Sevilla FC y en cuatro por el Real Betis. Pero no solo los clubes locales brillaron: equipos como el CR Vasco da Gama (Brasil), West Bromwich Albion FC (Inglaterra), CA Peñarol (Uruguay), FC Porto (Portugal) y VfB Stuttgart (Alemania) también inscribieron su nombre en el palmarés. Cada uno de ellos se llevó a casa una copa única, diseñada para representar los monumentos más emblemáticos de Sevilla, como La Giralda o la Torre del Oro.

Con el paso de los años y la evolución del fútbol moderno, el Trofeo Ciudad de Sevilla fue perdiendo protagonismo. Los calendarios de pretemporada se intensificaron, las giras internacionales se impusieron y los compromisos televisivos desplazaron a los torneos veraniegos tradicionales. La edición de 1994, ganada por el Stuttgart, fue la última. Desde entonces, el trofeo permanece como un recuerdo dorado de una época en la que Sevilla vivía el fútbol con otra cadencia, más pausada, más cercana, más de barrio.

Hoy, el Trofeo Ciudad de Sevilla es parte del imaginario futbolístico local. Quienes lo vivieron recuerdan noches calurosas de verano, estadios llenos y un ambiente que combinaba rivalidad y hermandad. Fue, en definitiva, un capítulo inolvidable de la historia deportiva de la ciudad. Y aunque no se haya recuperado, sigue vivo en la memoria colectiva, como símbolo de un tiempo en el que Sevilla, además de vivir el fútbol, lo celebraba.