La Dirección General de Tráfico (DGT) ha activado este lunes 17 nuevos radares en varias comunidades autónomas, dentro de su plan para reforzar el control de velocidad en carretera. Nueve de ellos son fijos y ocho de tramo. En la provincia de Sevilla, se han instalado dos nuevos radares fijos: uno en la A-49, en el punto kilométrico 0+700, y otro en la A-8005, en el 5+818. Estas actuaciones forman parte del plan de 2025 que contempla la instalación de 122 dispositivos en toda España.
Los nuevos puntos de control se reparten por distintas comunidades como Andalucía, Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Canarias. En Andalucía, además de los dos en Sevilla, se ha puesto en funcionamiento uno más en Cádiz. También destacan cinco nuevos radares en Tenerife, tres de ellos fijos y dos de tramo. En otras regiones como Castilla y León o la Comunidad Valenciana se han sumado dispositivos similares, en algunos casos controlando la velocidad media a lo largo de varios kilómetros.
Durante el primer mes, estos radares tendrán una función meramente informativa: los conductores que excedan la velocidad recibirán una carta de aviso, sin sanción económica. A partir de entonces, comenzarán a emitirse multas. La DGT ha subrayado que todos los radares están correctamente señalizados, y sus ubicaciones pueden consultarse en su web o en navegadores de tráfico.
Tráfico insiste en que el exceso de velocidad es un factor determinante en los accidentes. Según sus datos, un aumento de solo 1 km/h incrementa el riesgo de siniestros con lesiones graves entre un 2% y un 3%. Un informe europeo citado por el organismo revela que subir la velocidad en 10 km/h puede más que duplicar el riesgo de accidente mortal, lo que refuerza su apuesta por reforzar la vigilancia en carretera.
Finalmente, la DGT recuerda que los radares fijos miden la velocidad puntual en un lugar concreto, mientras que los radares de tramo calculan la velocidad media entre dos puntos, usando cámaras que registran la matrícula y el tiempo de paso. Ambos tipos de dispositivos se han consolidado como herramientas clave en la estrategia de reducción de la siniestralidad en carretera.
