Con una longitud de 130 m y ubicada en el barrio de San Bartolomé del distrito Casco Antiguo (41003), esta pequeña y triangular plazuela al inicio de la calle Recaredo y en plena Puerta de Carmona debe su nombre desde el siglo XV al hecho de estar inmediata al convento de padres agustinos de igual advocación que allí existió. Un convento de San Agustín fundado extramuros a finales del siglo XIII o comienzos del siguiente, que ocupaba la manzana de Recaredo esquina a Luis Montoto y sufrió el terremoto de 1755 que lo semi derruyó. Tras ser reconstruido fue exclaustrado, ocupado en 1808 por las tropas francesas y utilizado como cuartel, hospital, cárcel, y almacén de maderas. En fin, después de servir de presidio entre 1843 y 1873, pasó a ser mercado provisional de abastos para, a principios del siglo XX ser demolido en buena parte, aunque aún hoy se conservan elementos del mismo, ensamblados en algunas casas de la manzana.
San Agustín y el tiempo
Del escritor, teólogo y filósofo argelino Agustín de Hipona (354-430), también conocido como Doctor de la Gracia, considerado máximo pensador del cristianismo del primer milenio y uno de los más grandes genios de la humanidad, no en vano es uno de los cuatro Padres de la Iglesia, del santo digo, quizás le haya sorprendido su presencia en esta tribuna, pretendida científica y divulgativa. Si es así comprendo su reserva inicial, pero es que el obispo de Hipona, además de su enorme e intelectual bagaje formativo era muy listo y curioso, y por meterse se metió en las cosas del tiempo, no dudando en poner negro sobre blanco la perplejidad que le generaba su noción. La misma que él expresa de una archiconocida y paradójica manera, «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si debo explicarlo ya no lo sé», de su no menos conocida obra Confesiones (397-398). Una, en apariencia, simple pregunta para la que ofrecía, en principio, una más que decepcionante respuesta, pero qué quiere, al fin y al cabo, corría el siglo V de nuestra era, sin embargo…
Concepción agustiniana del tiempo
“En principio”, le decía más arriba respecto a la respuesta porque, a partir de esa perplejidad, el santo ensayó una fecunda reflexión ontológica sobre la naturaleza del tiempo y su relación con la eternidad. Y del hecho que el Dios cristiano era un Dios creador, pero no creado, deriva que su naturaleza temporal es radicalmente distinta de la de sus criaturas; él está fuera del tiempo mientras que los seres humanos somos entidades estructuralmente temporales. De modo que una cosa es su mundo -eterno, perfecto e inmutable-, y otro el de la creación, dominado por la materia, el paso del tiempo y, por tanto, perecedero, imperfecto y mutable, un planteamiento que analizado puede llevar a la asimetría del tiempo en una segunda derivada, ojo, ahí lo dejo. Para san Agustín Dios creó, ex nihilo, el tiempo a la par que el mundo y sometió su creación al discurrir de ese tiempo, de ahí que todo en ella tenga un principio y un fin. Una cuestión de medida. «Mido el tiempo, lo sé; pero ni mido el futuro, que aún no es; ni mido el presente, que no se extiende por ningún espacio; ni mido el pretérito, que ya no existe. ¿Qué es, pues, lo que mido?”. (Confesiones, XI, XXVI, 33)
Tiempo y ciencia
De los tiempos bachilleres recordamos que el tiempo (t) es una de las siete (7) magnitudes físicas fundamentales junto a longitud (l), masa (m), intensidad de corriente eléctrica (I), temperatura (tª), cantidad de sustancia (n) e intensidad luminosa (Iv). Y con ella medimos la duración o separación entre acontecimientos, un valor que a cada observador le permite ordenar los sucesos en pasado, futuro y presente. Una división temporal ésta que en mecánica newtoniana es la misma para todos los observadores pues el tiempo y el espacio son absolutos, pero una concepción que cambia en el siglo XX con la mecánica einsteniana, donde la percepción humana del concepto de tiempo se hace más compleja. Los hechos simultáneos (presente) son relativos al observador, salvo que se produzcan en el mismo lugar del espacio; consecuentemente tiempo y espacio en mecánica relativista son relativos.
Pues bien, el tiempo -que ha sido un importante tema de estudio en todas las culturas, tanto en religión como en filosofía como en ciencia- en opinión de algunos exégetas su comprensión la borda san Agustín con una genial intuición. Según Roger Penrose tuvo una «intuición genial» acerca de la relación espacio-tiempo, adelantándose con ella en 1500 años a Albert Einstein y su teoría de la relatividad, cuando afirma que el universo no nació en el tiempo, sino con el tiempo pues ambos surgieron a la vez; una opinión, la de Penrose, que por lo que tengo leído también comparte su colega Paul Davies, aquí hay tema. Anoto en la moleskine digital algunas dudas que me han surgido a raíz de lo manifestado más arriba y así, ¿Cuál es la fecha de la creación del universo?, y antes de esa tarea, ¿qué hacía Dios con su tiempo? Por completar esta aproximación a la ciencia agustiniana ¿sabía que el santo de Hipona tuvo contacto con las ideas del evolucionismo de Anaximandro?, como lo lee. (Continuará)
