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Sevilla es una ciudad con un rico pasado histórico y arquitectónico que, más allá de sus imponentes monumentos y calles empedradas, esconde un entramado de pasadizos subterráneos que han despertado la curiosidad de historiadores, arqueólogos y ciudadanos por igual. Aunque algunos de estos túneles tienen un origen documentado, otros permanecen envueltos en el misterio y la leyenda.
Los pasadizos de Sevilla confirmados
A lo largo de los siglos, la ciudad ha desarrollado una infraestructura subterránea con fines diversos. Uno de los casos más conocidos es la Cisterna romana de la Plaza de la Pescadería, descubierta en 2006 y utilizada en la antigüedad para el abastecimiento de agua. También destaca el Callejón de la Inquisición, un pasadizo que conectaba el Castillo de San Jorge con el Paseo de la O, utilizado durante la época de la Inquisición para trasladar prisioneros de manera discreta.
Otro ejemplo significativo son los pasadizos de la Iglesia de San Roque, que conectaban sus criptas con la zona de la actual Estación de Santa Justa, usados en el siglo XVIII. Asimismo, bajo la Iglesia de San Nicolás de Bari se encuentra la Cueva de Hércules, un complejo de galerías que, según ciertas fuentes, se extiende hasta la zona de Mateos Gago, aunque su verdadera función aún es objeto de debate.
En el barrio de la Judería, existen túneles que conectaban antiguas residencias con el exterior, como los de Las Casas de la Judería, que en algunos casos han sido restaurados y son accesibles al público.
Entre la historia y la leyenda
Más allá de estos pasadizos comprobados, existen historias sobre túneles que supuestamente unirían el Real Alcázar con la antigua Fábrica de Tabacos, o la Catedral con ciertas calles del centro histórico. Estas leyendas han sido transmitidas de generación en generación y, aunque no han sido corroboradas, forman parte del imaginario popular sevillano.