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La Policía Nacional ha detenido en Sevilla a doce ciudadanos georgianos que formaban parte de tres organizaciones criminales dedicadas a los robos en domicilio y que se encontraban asentadas temporalmente, en diferentes alojamientos hosteleros repartidos por toda la ciudad de Sevilla, con motivo de la época estival.
Cuatro han sido los operativos mediante los cuales se ha conseguido la desarticulación de estos tres grupos perfectamente organizados y tres las claves para llegar a detener su actividad: la colaboración ciudadana, las funciones policiales de prevención y las labores propias de investigación policial.
A prisión
Desde el año 2013, la Policía Nacional comenzó a observar la presencia esporádica en Sevilla de organizaciones integradas por ciudadanos procedentes de países del este dedicados a la comisión de robos en domicilios, actividad que aumentaba exponencialmente en los períodos vacacionales, convirtiéndose la capital hispalense en objetivo de estas mafias.
A día de hoy esta dinámica no ha cambiado y es por ello por lo que en determinadas fechas se incrementa aun más la actividad policial dedicada a frenar o disminuir este tipo de delincuencia que ha dado hasta el momento un resultado de doce personas detenidas distribuidas en tres organizaciones criminales perfectamente estructuradas, con reparto de tareas definido y un alto grado de dedicación a la comisión de robos en el interior de viviendas, para lo que empleaban principalmente la fuerza. Pasando posteriormente todos los detenidos a disposición de la Autoridad Judicial, quien decretó prisión para seis de sus miembros.
Modus operandi y topología grupal
Los grupos de georgianos detenidos en Sevilla estaban compuestos por personas de edades comprendidas entre los 25 y los 40 años, que se dividían a su vez en cédulas de 4,3 y 2 miembros para actuar, eligiendo de forma aleatoria sus objetivos, sin haber encontrado motivos para pensar que seguían ningún patrón previo establecido, al no localizarse los robos en zonas concretas, sino que deambulaban por la ciudad sin aparentemente rumbo fijo, introduciéndose en toda clase de edificios.
Destaca su peculiar modus operandi, siendo fundamental para la actuación policial la colaboración ciudadana, dado que el sello que distingue la actuación de estas mafias es el marcaje previo de la puerta de un domicilio con un testigo, que puede ser un pequeño plástico, un hilo de silicona o bien de pegamento, que colocaran en el bastidor de la puerta como señal, para saber si la misma ha permanecido cerrada, indicando que no hay nadie en la vivienda, o en algún momento se ha abierto, revelando que el domicilio está ocupado. Minimizando con ello el riesgo de penetrar en una vivienda y encontrarse en su interior al morador.
