A falta de pocas horas para que el sevillano Lutgardo García Díaz enfrente el atril maestrante, la única novedad en esta ciudad parece ser el retorno del tiempo otoñal que también envolverá la mañana del pregón.
Son muchos los periodistas, cofrades y entendidos de otra índole, que doctores tiene la Iglesia, los que afirman que este pregonero es una apuesta segura. Sea como fuere, su nombramiento ha sido tranquilo, ha tenido buena acogida, exento de cualquier conato de polémica y con un discurrir tan sencillo que parece que la novedad sea esa, haber llegado a las postrimerías de la mañana del pregón sin novedad alguna.
El pregonero no es un novel en estas lides precisamente; sin haberse prodigado excesivamente por los atriles, sí ha cumplido con el precepto no escrito de algunas grandes antesalas pregonerísticas de la ciudad, a destacar el pregón Universitario y el de Las Glorias.
Sevillano, cofrade, médico, padre, García Díaz también es poeta; premiado y publicado como tal, es este probablemente su punto fuerte a la hora de enfrentarse al pregón. No se tratará de una pieza completamente en verso, pero sí será este uno de sus principales atractivos.
¿Innovaciones? bien, gracias
El formato del pregón sigue tan encorsetado como en años anteriores, cuestión que no es buena ni mala, simplemente es un hecho. No es este pregonero quien pretende alterar los esquemas o remover los cimientos. Ha afirmado sentirse cómodo en el formato existente. Probablemente esta actitud es un fiel reflejo de la confianza que tiene depositada en su texto.
Quizás la novedad ha sido por un lado la aportada por la música, y por otro, la brindada por la tecnología. Lutgardo eligió la marcha Valle de Sevilla, marcha que hasta ahora no ha sido interpretada en el acto del pregón.
Por otra parte, la tecnología propiciará que el pregonero utilice por primera vez un micrófono de los popularmente conocidos como «micro de diadema».
Se habla de…
En esta edición parece que no tendremos más materia desde el atril que la cofrade, pese a ser jornada electoral. El pregonero ha afirmado respetar a quien desde su glosa reflexiona sobre temas sociales o políticos, pero confiesa que no es este su caso, prefiriendo centrarse en lo puramente cofrade. Será un pregón personal y vivencial, pero no dejan de ser las vivencias de un poeta.