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La calle es una suerte de alameda que quiso ser más. Una alameda que vino al mundo a ser calle, no una calle cualquiera.

Como esa calle Feria que es una calle Real de pueblo venida a a más; pero esta tiene un alma y mundo que escapan a lo interior y desnudan la mente de hombres que vuelven a pugnar por ser pequeños gorriones que se pierden en el calor de la noche.

La noche que llegó al café Gijón, Umbral se encontró con dos Españas sentadas en una mesa de poetas. Trovadores apuntillados por lo espirituoso de licores de letras prohibidas y sentenciados por la sangre de un exilio interior que no cabía en mayor alma. Umbral se sentaba en un banco de Alcalá como quien contemplaba su propia tumba; le pedía a la perfumera que le pusiera colonia sin descuento y esta se la daba con descuento. La estanquera viuda de guerra le vendía Ducados diciendo que era Cohiba rubio y él sonreía víctima del azar de la viuda y del suyo propio. En el Gijón sonaba el teléfono, García Nieto se levantaba preguntando si era para él y la camarera respondía, ‘No, gilipoyas; preguntan por Umbral’. El café era como una Patria más dentro de la propia en la que gobernaban jóvenes herméticas que fumaban mentolados, vestían botas altas y bebían whisky on the rocks avinagrando el gesto.

La calle es como un pequeño café Gijón en el que cabe el mundo entero. A los pies el teatro romano. Por tronco la Alcazaba. Por cabeza el mismo cielo. En las aceras, una pirámide de cristal con vistas al subsuelo que algunos con sorna llaman el Louvre de aquí. Cuando uno escucha eso del Louvre de aquí mira con algo de antipatía como diciendo ‘ya quisiera el Louvre ser mancillado con la humedad de la sal del Mediterráneo’.

La noche que uno llegó a la ciudad de las gaviotas, los barcos llamaban a zarpar, los cielos se perdían para no volver y los niños volaban como sin querer huir del calor de la madre. La calle resbalaba, como las lágrimas que se pierden por el rostro ajeno y aquel día comenzó todo. Norman Mailer buscaba al Superman que se le escapó del supermercado, Jorge Guillén rodeaba cada noche el insomnio de la ciudad y las muchachas, Sumidas en el sueño -de la locura cuerda- hacían cola para que Felix Revello de Toro pusiera color a la quietud belleza.

La noche que se llega a la ciudad, Chaves Nogales se pasea por La calle mientras se da golpes en el pecho. Fuma con garbo y gesto serio mientras repite para si, ‘todo es de un coraje…’. Gil de Biedma besa con sus Oxford los pasos de Manuel mientras afronta su partida hacia aquí y hacia allá. En esa noche en que llegué a la ciudad, me dijeron que quitara esa cara de nonchalant, que de casa se venía leído y aprendido. Toni Servillo y Michael Caine caminaban juntos mientras se giraban al paso de los ángeles de mirada amarga de sombra de ojos oscura. Lauren Bacall va cerrando el bar y Bette Davis se paseaba delante del teatro romano preguntándose qué hacer con su kind of beauty.

La calle de la ciudad de las gaviotas es una academia de la belleza en la que siempre se vive de noche, porque la noche tiene sentido cuando hay soledad y todo es un teatro en el que todo puede pasar. Esta calle abierta en canal a la eternidad con dirección a la Victoria es un liceo de pareceres y placeres, de ideas furtivas y edades prohibidas. Un estado de ánimo en el que si hablan de café hablan de sombras, nubes y mitades.

La noche en que la edad se le hizo a uno grande fue cuando llegó a la ciudad, a esta nueva Atenas venida a más. Qué extraña es la realidad y qué difícil vivirla cuando el hombre descubre calles así. Desde aquella noche, esta Alcazabilla es un teatro en el que las chisteras se llevan, las páginas de cartas sin enviar vuelan y el orgullo queda colgado en la percha. La edad quedó prohibida -me dijeron- al llegar y todo lo que me quedó aquella noche fue imaginar otra realidad que aquí queda y cada noche, cuando nadie mira, vuelve a nacer.

Nacido en 1989 en Sevilla. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por la Universidad Loyola Andalucía. Forma parte de 'Andaluces, Regeneraos',...