En su columna de esta semana, el autor reflexiona sobre el hecho de que las lenguas cooficiales se utilicen en el Senado, y todo lo que ello implica.

Todos quieren ser el centro,

euskera, “catalá”, “galego”,

palabras que por una vez

no son camino, sino impedimento.

 

Es el mal-entendido nacionalismo,

distintos modos de decir lo mismo,

interponiendo algunos escalones más,

gastando más cuando nos queda menos.

 

Y todo por un módico precio…

 

En otros lugares saben

que el hambre no entiende de idiomas,

que no entiende de banderas,

por más que quieran a su tierra.

Pablo Povedano

www.SevillaActualidad.com