belen-barrachina-8-marzo-2017

«Este 8 de marzo, no nos felicites… con que no nos insultes, violes o mates… nos basta». Crudo y directo, pero real. Sin pasar por alto el tono e importancia del mensaje que esta semana circula por la red, me gustaría ir un paso más allá.

Este 8 de marzo, simplemente déjame ser libre.   

Sí, quiero ser madre. Sí, quiero casarme. Sí, estoy dispuesta a dejar mi carrera profesional por volcarme en mi vida personal. Sí, quiero mirar atrás y sentirme una buena madre y una buena esposa.

O no. No quiero nada de lo anterior. No quiero tener hijos. No quiero casarme de ninguna de las maneras o ritos y quiero acabar rodeada de gatos.

O no lo sé. Todavía no lo tengo claro. Pero, en cualquier caso, no quiero plantearme mi futuro «como mujer». Haga lo que haga. Lo que quiero es que no se juzgue mi recorrido por el mero hecho de pertenecer a uno u otro sexo. Quiero, en todo caso, ser juzgada por mi profesionalidad, por mi talento, simpatía, bondad, cercanía… o por la ausencia total de estas cualidades.   

Pero, sobre todo, quiero no juzgarme yo misma, como mujer, consciente de que, inexorablemente, muchos de estos micromachismos se cuelan de vez en cuando en mi cabeza. Si mi aspiración es ser madre y ama de casa, no (te) me juzgues. Si, por el contrario, es pasarme 12 horas diarias en mi despacho luchando por mi carrera, tampoco lo hagas.

Mujeres deportistas, y otras profesionales reconocidas, reclaman que, para detectar actitudes machistas por parte de los medios en algunas de las preguntas a las que se enfrentan durante las entrevistas (¿cómo te has recuperado tan bien después de ser madre?; ¿qué opina tu pareja de tu profesión?, ¿quién es tu referente en estilo?), se planteen esas mismas preguntas a sus colegas hombres. Si resultan ridículas y absurdas, efectivamente, vienen cargadas de tintes machistas.

En este sentido, que te quede claro: si tienes padre, hermano, primos o amigos varones, sé consciente de que ni siquiera han perdido una décima de segundo en plantearse esas preguntas que tú, “como mujer”, consideras determinantes para el desarrollo de tu futuro.  

Y no entro ni siquiera en cuestiones como la tiranía de la imagen o la conciliación familiar, porque eso daría para otro sinfín de líneas aparte.

Pero, aprovechando la reciente y controvertida (¿?) sesión de fotos de Emma Watson para Vanity Fair, en la que se la ha criticado por enseñar algo de carne, hago mías sus acertadas palabras: «El feminismo no es un palo con el que golpear a otras mujeres. El feminismo es dar oportunidades. El feminismo es libertad y no entiendo qué tienen que ver mis tetas con eso».

Así que, hoy, sociedad, démonos algo de tregua. Déjame ser jefa exigente, compañera incansable, vecina cotilla, madre amantísima, amiga incondicional. Déjame, simplemente, ser yo, un día más, el primero de todos los que quedan.