Un invidente advirtió a Cayo Julio César del peligro que acechaba a su vida en una fecha próxima. ‘Cuídate de los idus de marzo’, le recomendó. Cuando llegó el día, camino del senado, llamó al invidente y riéndose de él, le dijo: ‘los idus de marzo ya han llegado y aún sigo vivo’; a lo que el invidente respondió: ‘sí, pero aún no han acabado’.

Cuando llegó al senado un grupo de senadores lo asaltó y lo asesinó; entre los que blandieron el puñal se encontraba el propio hijo adoptivo de Julio César, Marco Junio Bruto. Cuenta la tradición que las últimas palabras de César, poco antes de morir, fueron dirigidas a Bruto: ‘¿tú también hijo mío?’ (¿tu quoque fili mi?).

La confianza, para ciertos negocios, no es buena consejera; la política es uno de ellos, un exceso de confianza termina pasando factura; si no que se lo pregunten a Julio César. Otra cosa, además, nos demuestra la historia: las traiciones no son de ahora, vienen de muy antiguo. Dos mil años después, afortunadamente, para cambiar un gobierno la democracia ha sustituido los puñales por las mociones de censura, lo que no ha conseguido la democracia moderna es hacer desaparecer las deslealtades y las traiciones.

Sin ser tan literarias, en los últimos años hemos asistido a numerosas traiciones políticas. ‘Quebrantando, como dice el diccionario, la fidelidad o lealtad que se debe guardar’, en este caso a sus votantes, Rajoy, nada más llegar al poder, hizo todo lo contrario que prometió al electorado; Rosa Díez, después de más de treinta años de carrera política, se ha desdicho de todo lo que había defendido cuando era militante socialista; pero una de las más clamorosas deslealtades ha sido la de Izquierda Unida tras las elecciones andaluzas.

A Izquierda Unida las crisis económicas parece que le favorecen; el discurso justiciero y populista suele calar en momentos difíciles como los actuales. En Andalucía subieron con fuerza en las últimas elecciones autonómicas apoyándose en un discurso regenerador de la vida política enfangada por el escándalo de los ERE. Valderas prometió mano dura con los corruptos del PSOE, a los que se iba a practicar la justicia proletaria.  

Al final Valderas, ‘¿tu quoque fili mi?’, ha terminado cayendo en la tentación burguesa de las poltronas y los coches oficiales y ha traicionado a sus votantes olvidándose de lo prometido en la campaña electoral. Aceptaron los sillones de unas consejerías sin contenidos, por falta de presupuesto, y se han aferrado a su cuota de poder en la que han encontrado acomodo familiares y correligionarios. En algo más de un año han negado tres veces su moral justiciera: nada más llegar a San Telmo absolvieron a Griñán y a Martínez Aguayo a los que pocos meses antes habían pedido la dimisión; al poco tiempo se tragaron el sapo de la comisión parlamentaria de los ERE en la que no se sacaron conclusiones ni se depuraron responsabilidades políticas, y últimamente han vuelto a traicionar sus propias convicciones pidiendo pasar página sobre el asunto de los ERE. ¡Valderas, quién te ha visto y quién te ve!

El último “quebrantamiento de la fidelidad” a sus votantes ha venido de la mano de Cayo Lara después del esperpento de la designación de Susana Díaz como heredera de Griñán, a titulo de presidenta, sin consultar al pueblo andaluz. Cayo Lara, que hasta ahora había callado, se ha descolgado con unas declaraciones en las que afirma que su formación ‘será garante de la estabilidad en Andalucía mientras el PSOE respete el pacto de gobernabilidad firmado al inicio de la legislatura’. Traducción: que se seguirán tragando lo de los ERE mientras se mantengan las poltronas; vamos, que Cayo calla mientras todo siga igual.

Igual que calla para que todo siga igual José Luis Centella, diputado de IU por Sevilla, ‘¿tu quoque fili mi?’ El mismo que dijo cuando Esperanza Aguirre nombró a Ignacio González como sucesor a presidente de la Comunidad de Madrid que ‘lo democrático es consultar al pueblo para elegir a su sustituto’ o que ‘en un momento en el que en España se está pidiendo un referéndum para legitimar los recortes de Mariano Rajoy, sería ilógico que hubiera un Gobierno en Madrid sin pasar por las urnas’. Lo que no es lógico para Madrid, según Izquierda Unida, es lógico para Andalucía. El amo del cortijo ha decidido que el pueblo andaluz no tenga voz para elegir a su presidenta y el caporal del cortijo se calla y dice amén.

Hace más de dos mil años Viriato se convirtió en el líder de la resistencia contra la ocupación romana de la península ibérica. Durante siete años fue la pesadilla de las legiones romanas hasta que murió a manos de sus propios compañeros sobornados con riquezas. Cuando acudieron al campamento romano a cobrar su recompensa el cónsul Quinto Servilio, los recibió con una frase que ha pasado a la historia: ‘Roma traditoribus non praemiat’, esto es, ‘Roma no paga a traidores’.

Manuel Visglerio, secretario provincial de Sevilla del Partido Andalucista.

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