Los palaciegos disfruntan de sus fiestas patronales

La crisis de gobierno en el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca no es exclusiva, ni mucho menos, en el laberinto de una provincia asolada por la crisis general, cifrada básicamente en que los mandamases anteriores se dejaron arrastrar -como todo el mundo y algo más- por el boom del gasto y ahora no hay ni para alcayatas. 

Que se lo pregunten al casi medio millar de funcionarios palaciegos que llevan cuatro meses sin cobrar. Pero la crisis gubernamental de este pueblo que acaba de entrar en el Libro de los Récord Guiness por sus tomates sí es especialmente sonrojante y paradigmática si consideramos que fue el feudo donde el PSOE se descalabró con mayor proporción en las municipales de 2011, después de un cuarto de siglo, dejando un gobierno comunista en minoría que contaba con el aval de que, en la oposición, PP y PA no sólo demonizaron a los socialistas derrochones para no pactar con ellos sino que se impacientaban por que el nuevo alcalde, Juan Manuel Valle, auditara las cuentas y llevara a la Fiscalía a su antecesor, Antonio Maestre. 

Todo eso se hizo, pero al cabo de dos años no ha sido óbice para que todos -PP, PA y PSOE- se retraten juntos tachando de autoritario al nuevo edil después de que este suspendiera el pleno de los presupuestos para defender a sus coordinadores de confianza. 

Por primera vez en la legislatura todos se pusieron de acuerdo contra Valle porque llevaban una moción conjunta para reducir los 220.000 euros anuales que cuestan seis coordinadores y el alcalde suspendió el pleno con la excusa de que iba a preguntar por su legalidad. Y se armó el cristo: una oposición preocupada por la bolsa de caridad que ampararía a los funcionarios que no cobran y un alcalde atrincherado con sus asesores -«que trabajan noche y día»- porque, si no, sostiene, el Ayuntamiento no funcionaría. 

Unos dicen que las competencias para nombrar asesores no son del regidor, sino del pleno, y que el anterior alcalde, que había perdido la cuenta de los que tenía, podía por su mayoría absoluta. Los otros dicen que para un cambio tan sustancial no es de recibo una moción de última hora. El caso es que, mientras se despejan dudas jurídicas, letrados y leguleyos andan de vacaciones. Así que la duda persiste, y la ausencia de presupuesto también. ¡Qué van a presupuestar con este calor de agosto! 

Y mientras se oye que la sombra de una moción de censura planea sobre el alcalde, llega el día de la Patrona, Nuestra Señora de las Nieves, y aparece el consenso. El PP anima a sus ciudadanos a disfrutar de la festividad de la Virgen, alcaldesa perpetua y honoraria desde que en 1996 fuera nombrada de tal guisa en los fastos de su 200º aniversario. Y los demás no son menos: en la procesión también iban, pintureros y reciclados, los ediles del PSOE, después de que su lista electoral se agotara hasta el punto de echar mano de militantes que no habían soñado con ser concejales y ahora creen en los milagros; los ediles del PA, por su apego al folklore, digo yo; y hasta los ediles del gobierno de IP-IU, con el alcalde a la cabeza, ya puede decir misa Antonio Maíllo con sus nuevas encíclicas laicistas. Lo que una Virgen no pueda… 

Todos aseguran no entender las posturas de los demás, aunque el pueblo, hechizado por el nardo, es el que menos entiende. Los Palacios -aquí tampoco hay playa- se echó a la calle este lunes con su Patrona, y aunque muchos sigan sin entender su nombre refrescante en pleno estío por no conocer la leyenda romana, es palpable que pueblo y pleno la prefieren como alcaldesa. 

Lo de la moción de censura es un señuelo desinflado, porque los de la oposición se saben incapaces de consensuar o justificar un nuevo alcalde, y quién se pone ese traje con centenares de millones de euros en rojo chillón. La alternativa de la Virgen no le debe de parecer mala idea ni al Gobierno santurrón de Rajoy, que tiene en mente suprimir tantos ayuntamientos. 

No es extraño para un pueblo -Los Palacios o Andalucía- que nunca tuvo lideresa y ahora puede estrenarse con una, esgrimiendo la batalla del género a falta de otros méritos. A mí tampoco me extraña después de que Bélgica, donde sí había dinero que presupuestar, estuviera más de un año sin gobierno y no pasara nada. A lo mejor sólo es cuestión de sugerir otra moción, y que cunda en otros pueblos: más da una Virgen que una piedra. 

Álvaro Romero, doctor en Periodismo y profesor en la Universidad de Sevilla.

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