Durante el carnaval uruguayo, en febrero de este año, me sorprendió un terrible déjà vu. Ya sabía que el Banco Santander tenía importante presencia aquí, pero no imaginaba cuál era su peso en los cambios que el país estaba registrando.

Uruguay es un país económicamente en auge: alta tasa de crecimiento del PIB, desempleo de 6,6%, inversiones extranjeras en aumento. Está suponiendo una lenta transformación de las infraestructuras del país y rápidos cambios en los hábitos de los uruguayos, que acostumbrados a los altibajos económicos reciben la estabilidad como un balón de oxígeno y optimismo. Volviendo al carnaval, entre colores, disfraces, murgas y mates, sonaban unas cuñas de radio ante un velódromo repleto, estimaría unas 1000 o 1500 personas. Entre las cuñas destacaban los avisos publicitarios del Banco Santander, que repetían constantemente:

¿Estás harto de alquilar? Comprate una casa, infórmate sobre nuestros préstamos.

La pieza la ponían una y otra vez, una y otra vez. ¿Os suena? Luego del carnaval empezó el curso escolar. El bombardeo vino esta vez dado por la televisión, un spot del Banco Santander repetía: tu hijo ya no tiene que heredar tus cosas, ahora podés pedir un préstamo. Hay varios spots: con de una cartuchera, otro sobre una túnica escolar…

Casi en paralelo el Banco Santander se ocupó de los pequeños y grandes por igual, pues los adultos también tenemos nuestras necesidades. El otro spot se llamó lo quiero lo tengo, y trató de nuestros caprichitos: para qué esperar si podés conseguir todo lo que necesitás. Los adultos aparecen infantilizados, deseando cosas que no se pueden permitir pero ¡zas! ahora el Santander te lo arregla con un prestamito ¿Os suena?

Pepe Mujica, presidente uruguayo, acaba de pasar recientemente por España, una de las misiones del viaje era seguir captando más inversores extranjeros. Una noticia me inquietó especialmente:

“Empresarios españoles demostraron interés para construir en Uruguay” (El Observador, 29.05.2013). Uruguay está entero levantado en obras, pero mientras siga habiendo préstamos, seguirá habiendo demanda de viviendas de primera obra. Y ahí estarán los bancos y empresarios españoles, prestando, construyendo, endeudando al uruguayo para luego largarse y dejar entrampada hasta la última vaca del país. Mientras tanto, los precios siguen subiendo en este país ahogando a los nadies, aquellos que se están quedando ajenos a la ola de prosperidad. ¿Os suena?

Da miedo. El Uruguay con sus particularidades está viviendo un proceso de consumo siniestramente similar al de España en los años 2000, que ya sabemos cómo acabó. Es irritante la impunidad de los que resultaron ricos de nuestras burbujas y crisis económica para intentar hacer lo mismo en otros países.

En Uruguay la incipiente explotación del suelo, las brechas de desigualdad que impone el consumismo extremo y la pérdida de la cautela con respecto a los préstamos bancarios ya se están empezando a seguir a rajatabla. Veo preciso, por tanto, hacer un escrache al porvenir uruguayo ofreciéndoles el lamentable ejemplo de España y de todos aquellos nuevos ricos que recibieron un préstamo sin ninguna garantía de poder sufragarlo y que de un día para otro lo perdieron todo.

Es preciso mandar a Botín y a esos lobos españoles hambrientos de grúa y préstamo, a subirse a una tortuguita y andarse bien despacito a las conchas de sus madres.