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Es inevitable que una persona que desea dedicarse a esto del cine y de la televisión no haga una crítica después de haber finalizado, hace apenas diez minutos, una de las series más impactantes, espectaculares y mágicas de la televisión americana.

Antonio Sánchez-Marrón. Y es que a través de la cadena HBO, el 10 de enero de 1999, un hombre con un alto porcentaje de masa corporal se ponía detrás de nuestra pantalla para hacer las delicias de los más de 10 millones de espectadores de media que la serie ha tenido durante sus seis temporadas. Hablamos, como no, de Los Soprano.

He de reconocer que cuando comencé a ver la serie allá por el verano del 2009 no me empezó gustando nada. El guión me parecía pesado y no había nada en la serie que me llamara la atención. Convencido de ello, abandoné su visionado por el de otra serie producto de la AMC llamada Mad Men, una auténtica maravilla.

Pero cuando terminé de ver las fechorías de Donald Draper, había encima de mi mesa un pack de 4 DVD con la cara de James Gandolfini mirándome con cara de pocos amigos. Fue en ese momento cuando sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, desde los pelos de la cabeza hasta mi malogrado tendón de Aquiles. Debía hacer que mis ojos contemplaran Los Soprano.

Poco después, en un número de la revista Cinemanía, encontré un especial de «Las 50 Mejores Series de la Década». En el se hacía un top-five en el que se incluían Perdidos, Los Simpsons, A Dos Metros Bajo Tierra, The Wire y finalizando como número 1, Los Soprano. Aún más animado me sentí a ver esta serie que tantos quebraderos de cabeza me ha dado. No me refiero a los rompecabezas de Perdidos ni a las intrigas de Mad Men o The Wire. Son series diferentes y después de contemplar el final de Los Soprano ya no me queda duda de que jamás volveré a ver nada parecido en televisión.

Mi intención no es la de desvelar absolutamente nada. No pienso hacerlo porque me consta que hay muchos amigos que están esforzándose por seguir la trama. No os preocupéis, que aunque vayais por la primera o por la tercera, mi objetivo es animaros a entrar en el mundo de Tony Soprano hasta que vuestras retinas repitan su nombre. No me gustaría dar carpetazo a esta serie sin antes hacer mención al artífice del gran éxito de la serie: David Chase, su creador. Un hombre que se pasó 10 años de su vida preparando esta serie y batallando contra viento y marea para que los mejores directores, guionistas, actores y técnicos llevasen a las casas el mundo de la Cosa Nostra de Nueva Jersey.

De esta forma, guionistas y productores como Terence Winter o Matthew Weiner (creador de Mad Men), directores como Tim Van Patten o Jack Bender así como todos los actores que participan en la serie y a los que quiero rendir tributo. Edie Falco (Carmela), Robert Iler (Anthony Jr.), Jamie Lynn Sigler (Meadow), Lorraine Bracco (Dra. Melfi), Michael Imperioli (imponente Christopher Moltisanti), Dominic Chianese (el tío Junior), Steven Van Zandt (Silvio), Tony Sirico (Paulie), Aida Turturro (Jeanice), Steven Schirrippa (Bobby) y todos aquellos que salen en la serie y a los que no voy a nombrar por respeto a aquellas personas que aún no han entrado en el mundo de la costa este de Nueva York.

Pero si usted es un ávido lector se habrá dado cuenta de que arriba falta un nombre. El nombre de un actor que ha sido el encargado de llevar la dura carga de la interpretación del personaje que da vida a la serie: Tony Soprano. Estoy hablando del único actor que es capaz de interpretar al más canalla de los mafiosos y a la vez seamos capaces de sentir una simpatía tal por él que no nos importaría que fuera familia nuestra o tenerlo como vecino. Este hombre no es otro que James Gandolfini, alguien que ya ha entrado en la Historia del Cine y de la televisión por méritos propios y que ha construido uno de los personajes más seguidos y carismáticos que se han paseado por nuestra pequeña pantalla. James Gandolfini es un actor tardío al que le va a costar sangre, sudor y lágrimas desprenderse de la etiqueta de Soprano, pero que debe recordar que fue esa etiqueta el que lo elevó a los altares.

Con un cuidado extremo, desde 1999 hasta 2006, Los Soprano ha venido siendo la serie a batir por las cadenas rivales en lo que a audiencia se refiere. Con millones de espectadores en todo el mundo que han sabido premiar su fidelidad a la serie, los que no llegamos a tiempo o éramos demasiado jóvenes para entender de que iba todo aquello de la Mafia, llegó Warner Bros. y nos puso en las estanterías de los centros comerciales las 6 temporadas en DVD. Llegar, ver, comprar y disfrutar.

Con un sinfín de premios, entre los cuales destacan las 111 nominaciones que llegó a reunir para los premios Emmy en los siete años que estuvo en antena, hay que destacar los premios a todo el reparto, especialmente a James Gandolfini, Edie Falco y Michael Imperioli, el cual hizo de guionista y director en algún que otro episodio.

Hace ya veinte minutos que termine la serie. He sentido pena cuando he sacado el DVD del reproductor de vídeo porque ya me había acostumbrado a ver algún capítulo todas las noches. Pero bueno, la vida sigue y vendrá otra serie. Imposible que la que venga sea mejor porque siempre se comparará con Los Soprano.

Lo que pido es muy sencillo. Vean la serie hasta el final. Y por favor, hagan un esfuerzo y véanla en inglés, en su idioma original. No desistan por muy cansino que parezca. No lo es. A medida que vas conociendo a los personajes vas identificándote poco a poco con alguno de ellos. Llegas a sentir lo mismo que ellos. La evolución de los personajes y los sucesos que acontecen en la serie son el devenir de cada uno de ellos. La redención, la muerte, el suicidio, el asesinato, la confesión, la traición. Todo forma parte del mismo cóctel. Por esa razón, merece la pena disfrutar de una serie que ha dado que hablar, esta dando y sin duda ninguna, dará que hablar en el futuro.

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