Éstas son algunas de las conclusiones del Proyecto de Excelencia ‘La violencia verbal y sus consecuencias sociales’, dotado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa con 121.700 euros, y que ha sido desarrollado por el grupo de investigación ‘Argumentación y persuasión en Lingüística’ de la Universidad de Sevilla.

Sevilla Actualidad. Motivados por “describir la realidad y las situaciones lingüísticas de los españoles para mejorar las relaciones sociales y hacer conscientes a los hablantes de la manipulación lingüística”, el grupo de la Hispalense ha obtenido conclusiones de tipo teórico como que el concepto del habla “correcta” es cuestionable porque, como explica la directora del proyecto, Catalina Fuentes, “dependiendo de cuál sea la norma del contexto social o de qué es lo aceptable en un momento dado, se valora una manifestación de habla como correcta o incorrecta, como cortés o descortés”.

El método de investigación que utiliza este grupo es la «Pragmática» que se ocupa de “estudiar la lengua en su contexto”. Se trata de “una metodología que se usa desde los años 80 pero en España hemos sido el primer y único grupo en utilizarlo”, explica la profesora Fuentes. Desde la Hispalense, este equipo de investigación estableció en su día una corriente discordante interesada en la descortesía como forma de expresión y en su uso en diferentes ámbitos como son los medios de comunicación, la juventud y la política.

El estudio por ámbitos de la vida social

“Los jóvenes usan frases agresivas, en muchas ocasiones para crear grupo, consideran lo descortés como un camino para integrarse y distinguen perfectamente, en su mayoría, esta actitud, con quién hablan y cómo hablan según el contexto en el que se encuentran”, indica Fuentes, que no duda en trasladar la misma cuestión a otros ámbitos, como los medios de comunicación.

“Cuando empezamos nuestro estudio proliferaban en las televisiones las tertulias, especialmente del corazón, en las que se producía un contrasentido lingüístico, porque para comunicarse en teoría hay que respetar los turnos de habla”. En estos programas descubrieron que la descortesía y el insulto se habían convertido en la norma de comunicación y en una forma de espectáculo.

En este primer ámbito, el de los medios, los investigadores, tras los primeros resultados, alertan del riesgo de que esos modelos de conversación violenta se trasladen a la sociedad, se consideren normales, se legitimen como norma, y se pierda la consciencia de que esa no es la forma correcta de comunicarse.

En cuanto al ámbito de la política, “la norma de comunicación en la política es el enfrentamiento y en ese contexto las acusaciones pierden fuerza. Además, depende del rol que juegue cada participante (Gobierno u oposición)”. Se trata de un lenguaje muy formulario, -explica Catalina Fuentes- con estructuras estándares, con una retórica que no busca convencer al otro.

Tras estos años de investigación, el grupo Argumentación y persuasión en Lingüística ha abierto un campo de trabajo en el que quedan por desarrollar numerosas líneas: “Ya estamos trabajando en el análisis del lenguaje de las revistas juveniles para chicas, donde los que escriben no son adolescentes”.

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