Después de dos décadas de maltratos y abusos por parte de su ex pareja, Michelle Ada, presentará la próxima semana ‘Morir o crecer’, su primer libro en el que relata su experiencia y con el que pretende “hacer reaccionar” a otras mujeres.
Tras más de dos décadas de goteo incesante del maltratos y abusos en el que se había convertido su vida, Michelle Ada (nombre ficticio), decidió mirar de frente al problema y, pese a las dificultades, denunciar a su ya ex marido.
Protagonista de una desgarradora historia el pasado 25 de noviembre, presenta ahora su primer libro, con el apoyo del Instituto Andaluz de la Mujer, en el que relata en primera persona el doloroso camino de una víctima de maltrato desde que decide pedir ayuda, pasando por un agotador proceso judicial, hasta que empieza a vislumbrar la luz al final del túnel.
Justo cuando acaba de pasar una fecha tan significativa como el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, casos como el de Michelle recuerdan que los avances en materia de igualdad son fruto de un trabajo constante y no de intenciones de un solo día que quedan en papel mojado.
Así, mujeres como ella insisten en que “hay salida siempre pero todavía queda mucho camino por recorrer”. Ahora solo espera que su traumático relato sirva “al menos para dar fuerzas y hacer reaccionar a una sola mujer que esté pasando en estos momentos por lo mismo”.
Contundente, no se anda con rodeos, y sin un atisbo de temblor en su voz reconoce que publicar este libro era una cuestión de necesidad. “Suponía cerrar un capítulo. Por un lado, como terapia para no olvidarme nunca de seguir luchando y, por supuesto, para no permitir que nadie me vuelva a hacer esto nunca más. Además, en un futuro, me gustaría que ayudara a mis hijos a entender muchas cosas que todavía no pueden”, explica.
‘Morir o crecer’. El título escogido no podría ser más relevador, porque, tal como Michelle lo recuerda, “estaba a punto de morir”. “Tal vez no mi cuerpo, pero sí mi alma, y un día me di cuenta que sólo tenía dos opciones. No sé cómo pero opté por la segunda, decidí vivir tras haber perdido veinte años de mi vida”, expresa.
Desde ese momento, cada vez que ha prestado su testimonio a los medios de comunicación, lo ha hecho bajo el velo del anonimato, y hoy, por recomendación de abogados y los propios asesores del IAM, sigue sin poder ver su nombre impreso en las páginas en las que tanto dolor ha vertido.
“Aunque me da rabia, después de todo, seguir escondiéndome, me siento satisfecha si logro difundir la historia y ser de ayuda a las mujeres que están pasando por lo mismo,” confiesa ilusionada. La serenidad con la que ahora habla Michelle sorprende por la crudeza de su historia. Esa imagen de mujer dura y fuerte es fruto de años de lucha hasta reunir el coraje suficiente y escapar de la pesadilla en la que estaba inmersa. Sin embargo, aunque por su tono de voz resulte difícil creerla, reconoce igualmente estar algo “temerosa”.
“Esta persona es incontrolable y el tema del libro puede alterarlo más”- de hecho, su ex marido ya ha deslizado en su entorno alguna amenaza ante posibles querellas- “Sé que me pongo en peligro porque él se va a sentir humillado, pero, ¿alguien se plantea cómo me siento yo?”, lamenta.
Como escudo, o bien como una imperiosa necesidad de sobrevivir, Michelle rechaza la simple idea de que el miedo gane la batalla. Y con esa entereza lo explica: “Tengo asumido que no puedo bajar la guardia, yo siempre viviré con precaución, al oír un ruido por la noche, ver una sombra… pero jamás dejaré que eso se convierta en una obsesión que domine mi vida”.
Los capítulos, a medida que avanzan, destilan evolución personal y profesional de la protagonista. La misma que experimentó Michelle sin ser apenas consciente hasta llegar a un destino de segundas oportunidades y cerrar, al menos en parte, los momentos más amargos de su pasado.
Todavía se siente juzgada a cada paso que da y es consciente de que la publicación de este libro “va a levantar ampollas”, pero insiste en que la sociedad abandone esa imagen lastimeraque aparentemente debe ofrecer una mujer maltratada. Una imagen, que, de hecho, alguna vez ha jugado en su contra cuando se le ha cuestionado por no responder a este perfiltipo.
“Pero hay cosas como la satisfacción personal y la dignidad, que valen más que nada. Me ha costado mucho salir de esto y no tengo por qué esconderme, menos aún si puedo ayudar a mujeres que no ven la salida”, reivindica.